Los que me conocen -o leen-, saben que no
soy partidario del 28-F, no sólo por todo lo que encierra de trampa política y
despiste reivindicativo, sino, además, por el componente de romería y camelo
que conlleva. Uno de estos conceptos críticos por los que me repugna esta
festividad es por la concesión de los
títulos de “hijos buenos”, perdón, Hijos Predilectos y las medallas de
Andalucía a todos aquellos adeptos al “régimen”, pelotas, chaqueteros o personaje
“importante” al que se le quiere seducir o embaucar en la causa común. No otro
sentido tiene este esperpento social que anualmente viene celebrando la Junta
de Andalucía para contentar a los que ya de por sí están contentos todo el año.
Porque, lo que es hasta ahora, en pocas ocasiones se lo han concedido a un
fatigado padre albañil, ni a una madre “jarta” de quitar mierda, cuando, digo
yo, alguno habrá que merezca ese nombramiento.
Pues, siguiendo con el mismo tema, este año vuelve a ser
polémico en mi opinión. Viendo la lista de agraciados, uno no entiende cuáles
han sido los elementos escogidos para baremar y evaluar los valores que cada cual
representa, porque el del tiempo, no creo que se haya estimado. Para cualquiera que no esté contaminado de partidismo político es incomprensible
cómo personajes representativos del arte y la cultura andaluza, caso de Carmen
Laffón, Manuel Gerena y Maria Rosa hayan tenido que esperar tanto para recibirlo, por no hablar del caso sangrante de Manuel García Caparrrós
–vergonzosamente, aún está por aclarar su vil asesinato el 4 de diciembre de
1977-, a no ser el lugar de nacimiento o su afiliación política, de otra manera
no se entiende que hayan transcurrido tantos años para que García Caparrós sea
Hijo Predilecto de esta tierra, o que el cantaor Manuel Gerena no haya
acumulado tiempo y méritos para habérsela concedido hace años.
En contraposición está el título de Hijo Predilecto
concedido al actor Antonio Banderas –no es que yo tenga algo contra él, pero
vistas sus “hazañas”: actuar mal en malas películas, vestirse de nazareno, dar
pregones de semana santa, apoyar, como cualquier otro hincha, al Málaga,
comprarle un chalé a Encarna Sánchez en Marbella en un espacio que vulnera la
ley de costas, y decirle a los americanos lo bueno que está el jamón de Jabugo;
eso es todo, bueno, todo no, se me pasaba... ser “simpatizante” del partido que
sustenta al gobierno, que no es poco-; las medallas concedidas a Esther Yáñez,
por ser la primera mujer comandante de la Armada y al director de cine Alberto
Rodríguez, es un agravio, y no es que no se lo merezcan, repito, sino que no tiene
correspondencia entre unos y otros.
Esta contradicción sólo se puede explicar de la siguiente
manera: que sea el “peaje” político que el PSOE ha de pagar a IU para seguir gobernando,
si no, no se entiende la concesión de estos títulos honoríficos a personajes
tanto tiempo olvidados. Por esto no me gusta el 28-F y reivindico el 4-D, verdadero Día de Andalucía. De todas maneras, enhorabuena a todos ellos.
Mucha lucidez veo por aquí, escrita y bien escrita.
ResponderEliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo, Manuel.
Sin desperdicio.
Namasté.
Morgana, agradezco tu comentario y coincidencia de criterios, ya que ir a contracorriente, a veces es cansado e ingrato.
EliminarBienvenida a mi Rincón, tengo pendiente una revisión exhaustiva de tu blog que, en principio, me ha causado una muy buena impresión.
Un saludo.
Totalmente de acuerdo, Manuel, este año el premio se ha prestigiado con los que has nombrado en la medida que eran la cuota que IU ha debido imponer, pero este galardón desde el día que fue otorgado a la Duquesa de Alba, y que comparten también banqueros, abrazafarolas y soplaflautas varios es un escándalo tal que dan ganas de borrarse de andaluz. El día que se le den a gente sencilla, humilde, honrada y trabajadora el premio tendrá sentido, el de podernos todos los andaluces vernos reflejados en él.
ResponderEliminarYa sabes que a este partido le "pone" tener contenta a la aristocracia y a los banqueros, aunque se disfracen en los mítines de pana.
EliminarYo creo que los discrepantes tenemos la obligación de aguantar, -¡ya les gustaría a ellos que nos fuésemos todos!-, al menos somos la conciencia silenciada de Andalucía.
Un fuerte saludo.