Si hay una música que suene en el Cielo, sin duda esa debe ser la de esta diosa del blues.
Escuchar a Janis Joplin es como -y no deseo repetirme-, tocar la estrellas, estar sobre la cumbre más alta de una montaña, o hacer sexo con la mujer que más deseas.
No tenía límites, ni fronteras, su voz traspasaba la falsa rigidez de los países y se fundía en la atmósfera. ¡Qué blanca más negra! ¡Qué ángel sin alas! ¡Qué "hipparri" más deseada! Oírla cantar esta "Little Girl Blue" es un reto a la belleza, es un ataque directo a los fundamentos religiosos que nos encorsetan, es una osadía contra las leyes filosóficas y políticas que nos oprimen.
Oyendo esta "Niña triste" de Janis Joplin, el mundo se amplía y nos hace volar como pájaros multicolores en una primavera sin retorno.
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