Mientras los bancos – activos
responsables de la crisis que padecemos- siguen recibiendo ayudas oficiales que
pagamos nosotros (1.846 euros cada españolito), algunos ciudadanos no pueden
soportar el acoso que estos les imponen y acaban suicidándose. Ayer, en Granada,
pocas horas antes de ejecutarse el desahucio, decidía quitarse la vida un vecino del barrio de La Chana, que no ha querido ver cómo perdía su vivienda.
No es un caso aislado. El mismo día, en Burjassot, Valencia, otra persona desesperada ha intentado quitarse la vida, arrojándose desde una segunda planta, cuando la comisión encargada del desahucio llamaba a su puerta.
A finales de 2010, en Hospitalet de Llobregat, otro hombre se quitaba la vida, cuando iba a ser desalojado de una vivienda municipal que había ocupado.
A finales de 2010, en Hospitalet de Llobregat, otro hombre se quitaba la vida, cuando iba a ser desalojado de una vivienda municipal que había ocupado.
Y tenemos el más reciente de
Sevilla, no hace ni un mes, en el que un vigilante de seguridad acababa con su
vida, porque la empresa para la que trabajó llevaba siete meses sin abonarle el sueldo.
Hasta ahora, pocos somos los que nos hemos enterado del problema, "gracias" al pacto de silencio que han mantenido los medios de comunicación, pero espero que a partir de hoy la situación cambie y que la ciudadanía tenga derecho a enterarse del estado en que se encuentran cientos de miles de ciudadanos que han tenido la desgracia de perder su empleo.
Hasta ahora, pocos somos los que nos hemos enterado del problema, "gracias" al pacto de silencio que han mantenido los medios de comunicación, pero espero que a partir de hoy la situación cambie y que la ciudadanía tenga derecho a enterarse del estado en que se encuentran cientos de miles de ciudadanos que han tenido la desgracia de perder su empleo.
El problema comienza a ser delicado. No es que antes no lo
fuera, pero se quedaba en lo “meramente” económico. A mí, lo que realmente me preocupa,
es que la situación afecte a lo más
valioso que poseemos en la tierra, la propia vida, y que este fenómeno
comience a extenderse con la rapidez con la que se expande una pandemia.
Y es aquí donde tienen que intervenir los gobiernos y los partidos políticos. No se puede estar mirando para otro lado, obviando legislar nuevas leyes con las que frenar la voracidad de las entidades bancarias. No se puede dejar a voluntad de los bancos -sin una ley que les obligue-, que condenen la deuda a cambio de la vivienda. La dación en pago es justa y legítima. Ellos fueron los culpables de la excesiva tasación de éstas, por lo tanto, ellos son los únicos responsables de esta hinchada burbuja inmobiliaria en la que se han visto atrapados miles de ciudadanos. No se puede seguir ejecutando unos embargos al amparo de unas leyes obsoletas, con más de cien años.
Y es aquí donde tienen que intervenir los gobiernos y los partidos políticos. No se puede estar mirando para otro lado, obviando legislar nuevas leyes con las que frenar la voracidad de las entidades bancarias. No se puede dejar a voluntad de los bancos -sin una ley que les obligue-, que condenen la deuda a cambio de la vivienda. La dación en pago es justa y legítima. Ellos fueron los culpables de la excesiva tasación de éstas, por lo tanto, ellos son los únicos responsables de esta hinchada burbuja inmobiliaria en la que se han visto atrapados miles de ciudadanos. No se puede seguir ejecutando unos embargos al amparo de unas leyes obsoletas, con más de cien años.
Un grupo de jueces han hecho un
llamamiento a la modificación del código penal. Ahora sólo queda que los dos
grandes partidos que más se benefician de la banca se pongan de acuerdo y
decidan hacerlo efectivo, pero me temo que la cosa vaya para largo –es mucho el
agradecimiento que les deben a las entidades bancarias- y mientras esto ocurre,
continúe el goteo de suicidios entre la población desesperada.
Y es que, cuando te quitan la vivienda, te quitan algo más que una casa: te roban el futuro de tu familia, y esto, señores políticos, es lo más sagrado que poseemos las personas.
Y es que, cuando te quitan la vivienda, te quitan algo más que una casa: te roban el futuro de tu familia, y esto, señores políticos, es lo más sagrado que poseemos las personas.
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