Imagen de la plaza del Altozano, (aproximadamente sobre el año 1906) vista desde el puente de Triana. Al fondo, aún permanecía en pie la Torre del Reloj y la antigua Capillita del Carmen, y más al fondo, la calle San Jacinto, donde se puede apreciar, (a la derecha, al inicio de la calle San Jorge), cómo la mayoría de edificios de la citada plaza, estaban porticados, un elemento característico de la arquitectura sevillana, y que la especulación terminó por desterrar. El edificio que vemos semihundido, a la altura del carruaje, es el mercado de Triana, levantado en el solar del castillo de San Jorge.
Poco a poco, y sin darnos cuenta, Sevilla se nos ha ido muriendo. Nadie ha puesto remedio. Estábamos tan obsesionados con la mal entendida modernidad, que cualquier cosa que oliera a viejo nos molestaba. Sevilla no ha tenido buenos gestores; es un mal endémico que viene padeciendo desde hace siglos. El "pelotazo" inmobiliario, tan denostado en la actualidad, es algo que se inventó hace bastantes años, no hace falta más que pasear por sus calles y plazas para comprobar el estado en que nos la han dejado, con algunos edificios incalificables que dañan la vista al más cegato de los viandantes.
Y lo más lamentable es que estos atentados urbanísticos son obra de esa capellanía mojigata sevillana -o en su defecto, sus padres y abuelos- que hoy se rasgan las vestiduras ante cualquier avance arquitectónico de la ciudad, léase Torre Pelli, Las Setas, las peatonalizaciones viarias, etc. Lo peor del caso no es que lo hecho sea ya irrecuperable, lo que temo es que no hayamos aprendido de los errores y sigamos cometiéndolos.
Confiemos en que las generaciones venideras sepan sentar en la plaza de San Francisco a comprometidos ciudadanos que cuiden por el poco patrimonio que nos queda, para que nuestros bisnietos no tengan que recurrir al álbum de las fotografías antiguas si algún día quisieran conocer el pasado de su ciudad.
Y lo más lamentable es que estos atentados urbanísticos son obra de esa capellanía mojigata sevillana -o en su defecto, sus padres y abuelos- que hoy se rasgan las vestiduras ante cualquier avance arquitectónico de la ciudad, léase Torre Pelli, Las Setas, las peatonalizaciones viarias, etc. Lo peor del caso no es que lo hecho sea ya irrecuperable, lo que temo es que no hayamos aprendido de los errores y sigamos cometiéndolos.
Confiemos en que las generaciones venideras sepan sentar en la plaza de San Francisco a comprometidos ciudadanos que cuiden por el poco patrimonio que nos queda, para que nuestros bisnietos no tengan que recurrir al álbum de las fotografías antiguas si algún día quisieran conocer el pasado de su ciudad.
El primer lugar que he elegido -en este recorrido fotográfico- para visitar, es la popular plaza del Altozano, en Triana. De este lugar tengo gratos recuerdos de mi niñez, ya que como deslicé en algún post, nací y me bauticé en este barrio. A esta plaza acudía, acompañando a mi padre, a comprar en la semillería que había en el inmueble que hoy da cobijo a un moderno restaurante, no sin antes pasar por una carnicería del mercado de Triana, justo la que estaba antes de subir las escaleras hacia el Altozano, donde me compraba un cartucho de chicharrones que a mí me parecían el más delicioso manjar del mundo.
La plaza era el sitio de paso obligado para ir a cualquier lugar, puesto que era el centro neurálgico de la encrucijada de caminos que llevaban a Sevilla, Huelva, Estremadura, o al cercano Aljarafe. Existen documentos del siglo XVI donde ya se la menciona.
La plaza estaba porticada y en ella se concentraban todo tipo de personas: vendedores, viajeros, paseantes, etc. En 1783 sufre una importante remodelación, en la cual, el muro sur del castillo de San Jorge es derribado, aprovechando los escombros del mismo para elevar el nivel de la citada plaza y hacerla más amplia y diafana.
La plaza estaba porticada y en ella se concentraban todo tipo de personas: vendedores, viajeros, paseantes, etc. En 1783 sufre una importante remodelación, en la cual, el muro sur del castillo de San Jorge es derribado, aprovechando los escombros del mismo para elevar el nivel de la citada plaza y hacerla más amplia y diafana.
Pues bien, tres son las imágenes que incluyo en esta entrada: dos antiguas y una reciente, con la idea de contraponerlas y que podamos sacar una conclusión personal.
Nueva imagen de la plaza del Altozano,(orientación norte-sur) de 1910, hecha desde la calle Pureza. En primer plano, a la derecha, el edificio de la Torre del Reloj, y junto a él, la antigua Capillita del Carmen. Al fondo, la calle San Jorge y la tienda de cerámicas "Santa Ana" y el corral "La espartería". El "ambiente" de la plaza es bien visible y envidiable.
Agosto del 2012. Este es el estado actual de la plaza, vista desde el mismo lugar que la primera fotografía, desde el puente de Triana. Aquí ya arrasaron con todo lo que pudieron: la Torre del Reloj, los soportales de la calle San Jacinto y Plaza del Altozano, etc. No se ha tenido ningún respeto por la idiosincracia del barrio. ¿Esta imagen tiene algo que ver con el arrabal de entonces? Triana se ha convertido en un triste lugar donde se ha especulado por todo lo alto, hanciendo desaparecer la mayoría de los espacios abiertos y donde el automóvil se ha hecho dueño de la calle. Afortunadamente, en la calle de San Jacinto, se vuelve a pasear -y respirar- como entonces; confiemos en que esta recuperación se generalice.
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