Ha llegado a mis manos el nuevo disco de Luis Pastor, ¿Qué
fue de los cantautores?”, publicado en marzo de 2012, compuesto por trece
temas (incluido el poema que da título al trabajo), escritos y musicados por
él, con un intencionado mestizaje internacional; son los siguientes: Gaviota a volar; Fado destino de mar; Corazón
dolido; En tus mares encendidas; Flor de cerezo; En balsa de piedra; Cartas de
arena; Amor que me dueles tanto; Borra de mí esta tristeza; Los celos; Dama
Cañí y Poema.
La temática de las canciones va desde la denuncia política
(algo intrínseco que define al cantautor), el amor, la nostalgia, el desamor,
el homenaje, hasta el sentimiento personal, cuestiones también inherentes a la
tipología de estos compositores.
Él declara –sin pretender justificar este estilo musical-
que “el movimiento de la canción de autor tiene que ver con la lucha
política y, una vez que llega la democracia, desde la propia izquierda que ha
gobernado se ha rechazado al cantautor, se ha hecho incómoda este tipo de
canción, porque puede hacerte recordar a quien fuiste y ya no eres”.
Y es que no hay que olvidar que estos autores poseen el “don” de tocar siempre
la fibra sensible de los gobernantes, y tienen la “desgracia” de poner el pie
allí donde los mandamases tienen la herida. Pasó con los garrulos de la dictadura
y ahora ocurre otro tanto con los documentados de la dictablanda (perdón, ha sido un lapso,
quise decir democracia); hasta una bella y dulce canción de amor, compuesta por uno de estos
bardos intratables, puede resultarle indigesta y revolucionaria al demócrata
más resuelto. ¡Y es que están tan poco acostumbrados a la belleza!
Lo más novedoso –y atractivo- de todo, es que el lanzamiento
de este disco ha ido acompañado con un videoclip del tema principal, en el que
107 profesionales de la cultura y el espectáculo han querido acompañar –y
apoyar- este trabajo y, a la vez, la trayectoria profesional de este
incombustible músico que no ha sido abducido por el bienestar yuppie que les
puso por delante el socialismo de Felipe González. Enlazando el spoken word con el romancero tradicional, el cantautor extremeño, que nunca ha renunciado de su condición, da un repaso a la historia de la canción de autor desde su comienzo en los 60 (Éramos tan libertarios, casi revolucionarios, ingenuos como valientes, barbilampiños sonrientes...) hasta hoy (...Hay cantautor para rato. Cantautor a tus canciones, Zapatero a tus zapatos), en una canción lúcida, realista, sin perder el sentido del humor, verdadera crónica social de un tiempo y de un país tantas veces ingrato e injusto con su cultura.
El vídeo se rodó en quince días y lo dirigieron, realizaron
y produjeron Lucía Álvarez y Lourdes Guerra, magnífico trabajo con un excelente
resultado. Hacía tiempo que una canción, un poema, y unas imágenes no me ponían
la carne de gallina.
Pero ello no debe extrañar. Luis Pastor ha sido siempre un
trabajador que nunca se dio por vencido en este mundo difícil de la música, un
artista que no ha necesitado jamás de una etiqueta política para cantar el
dolor, la injusticia, las carencias de un barrio, la incapacidad pública para
resolver los problemas sociales, denunciar el estancamiento de la democracia y
la utilización que de ésta hacen los que no creen en ella, la corrupción, la
desconexión existente entre los políticos y la ciudadanía, etc.
Aún recuerdo con nitidez el día en que accedió a cantar en
el pequeño club cultural que teníamos en el barrio: afable, jovial, cercano,
muy delgado y cubierto con una negra boina. Finalizaba 1976. Lo recogimos en
uno de aquellos viejos seiscientos, al terminar un concierto que dio en la
Facultad de Medicina. Llovía (como hoy), había atascos por todas partes, pero nada
impidió que la gente del barrio oyera cantar a Luis Vengan a ver; Vamos
juntos; Amar es combatir; Parábola sobre el billar; Fidelidad; Quisiera un
verso manchado; etc... Y le escucharon gustosos y agradecidos. Así era y
sigue siendo Luis Pastor.
¿Qué fue de los cantautores? es un canto a la lucha
infatigable, a la acción, a la esperanza, a no darse nunca por vencido –aunque
el tiempo pase y no veamos resultados-, pero sobre todo, a no perder la
confianza de que “algún día –ojalá no sea muy tarde- lleguen los nuestros”,
como diría su compañera de fatigas, Elisa Serna.
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