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domingo, 2 de septiembre de 2012

Ismael Serrano: "Papá cuéntame otra vez"













Canción en la que se trasluce un desencanto político total, al constatar cómo aquella lucha del padre -unida a la de muchos hombre y mujeres más-, sólo ha servido para que avance el tiempo y se marchite la deseada libertad. Hoy, después de más de treinta años, la democracia, tan peleada y soñada por los que de verdad creían en ella , se ha convertido en una "dictablanda" donde te siguen deteniendo y apaleando; juzgando y condenando; robando y gobernando, los mismos de antes, o en su defecto, los hijos de éstos, sólo que en lugar de utilizar al ejército para mantenernos quietos, utilizan las urnas. 
Para nada sirvió tánta lucha, tanta cárcel acumulada, tanta sangre vertida, tanta muerte, porque en esta falsa democracia, aún continúa yendo a la cárcel todo aquel que lucha contra las desigualdades y las injusticias (sólo hay que observar cómo se ha procedido contra los jornaleros del SAT, y lo complacientes que son con el yerno y la hija de Juan Carlos, o el delincuente Ruiz Mateos), mientras que los golfos, los rateros, los corruptos, andan sueltos y tranquilos por las calles. 
En definitiva: canción de desencanto y  tristeza...













Papá cuéntame otra vez


Papá cuéntame otra vez ese cuento tan bonito
de gendarmes y fascistas, y estudiantes con flequillo,
y dulce guerrilla urbana en pantalones de campana,

y canciones de los Rolling, y niñas en minifalda.

Papá cuéntame otra vez todo lo que os divertisteis

estropeando la vejez a oxidados dictadores,
y cómo cantaste Al Vent y ocupasteis la Sorbona
en aquel mayo francés en los días de vino y rosas.

Papá cuéntame otra vez esa historia tan bonita

de aquel guerrillero loco que mataron en Bolivia,
y cuyo fusil ya nadie se atrevió a tomar de nuevo,
y como desde aquel día todo parece más feo.

Papá cuéntame otra vez que tras tanta barricada

y tras tanto puño en alto y tanta sangre derramada,
al final de la partida no pudisteis hacer nada,
y bajo los adoquines no había arena de playa.

Fue muy dura la derrota: todo lo que se soñaba

se pudrió en los rincones, se cubrió de telarañas,
y ya nadie canta Al Vent, ya no hay locos ya no hay parias,
pero tiene que llover aún sigue sucia la plaza.

Queda lejos aquel mayo, queda lejos Saint Denis,

que lejos queda Jean Paul Sartre, muy lejos aquel París,
sin embargo a veces pienso que al final todo dio igual:
las ostias siguen cayendo sobre quien habla de más.

Y siguen los mismos muertos podridos de crueldad.

Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.
Ahora mueren en Bosnia los que morían en Vietnam.

Daniel Serrano





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