De pronto, casi sin darnos cuenta, caemos en el otoño.
De nuevo, el corazón se aprieta, se encoge, mengua, se
entristece, ante las fuertes pinceladas de amarillo que cubren nuestros ojos.
Ha llegado sin llamar, sin hacer ruido, sin abrir la puerta,
aunque una tenue niebla matutina nos haya querido poner sobre aviso, pero
nosotros, ciegos aún de verano, no hemos querido enterarnos.
Hoy, sábado 22 de septiembre, puntual como siempre, manchado
con un arco iris de colores, y cumpliendo la promesa que nos hiciera el año
pasado, el otoño entrará en nuestras vidas a las 16 horas 49 minutos -hora
peninsular de España-, y no se marchará hasta el 21 de diciembre, dando comienzo al esquivo invierno.
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