Escultura de Abd al-Rahman I, primer emir de al-Andalus
Visitando el pueblo granadino de
Almuñécar nos sorprendió encontrar, cuando caminábamos por el paseo marítimo,
una escultura de considerable altura del primer emir de al-Andalus, personaje relevante de nuestra historia que puso las bases
para crear el fabuloso estado que -con el paso del tiempo-, se consolidó en tierras de la vieja Iberia.
Es obra del escultor granadino Miguel Moreno, erigida en el
mes de octubre de 2005, año en el que se cumplía el 1250 aniversario de su
llegada a estas costas.
Abd al-Rahman I, único superviviente Omeya tras la matanza
realizada por los abasíes, arribó a las costas de Almuñécar el 15 de agosto de
755.
En 756 fue proclamado primer emir de Córdoba –completamente
independiente de Bagdad-, iniciando una dinastía en al-Andalus que alcanzaría
momentos de gran esplendor.
Su reinado duró 32 años, parte de ellos, luchando contra los abasíes que se resistían a su
proclamación, y contra los sirios colaboracionistas de Bagdad.
No es habitual encontrarse con homenajes de esta índole en
mi tierra. Aquí, todo lo relacionado con el pasado andalusí, o con los
personajes destacados de esa época, es considerado despreciable, inasimilable,
vergonzoso, teniendo un tufo “moruno” que los vencedores cristianos se
encargaron de inocular a través de los pobladores traídos de sus
territorios, además de la gran represión ejercida contra la escasa
población autóctona que logró quedarse.
Como muestra, un botón: nuestros reyes pasaron ocho siglos
en al-Andalus, y aún se les sigue llamando mandatarios moros o árabes, mientras
que los borbones –que sólo llevan en la tierra 300 años-, son españoles de toda
la vida, incluida la consorte Sofía.
Así que la visión de tamaño personaje me llenó de
satisfacción, más aún cuando descubrí que los gestores que gobiernan actualmente el
ayuntamiento de Almuñécar son miembros del PP. No es habitual que este partido respete nomenclaturas y símbolos de ciertos pasados, por eso me congratulo que la alcaldesa de esta localidad haya respetado la escultura que el alcalde de 2005, miembro del Partido Andalucista, había levantado en homenaje a tan significativo personaje.
Debería cundir el ejemplo y sin necesidad de llevar chilaba,
ir recuperando la normalidad histórica y asumir que el período andalusí surgido
en esta tierra fue un fenómeno de
extraordinaria importancia económica, social, técnica y cultural, no sólo para
la atrasada Iberia, sino para el resto de Europa.
Sería bueno que en los libros de historia se considerara a
estos personajes como lo que son, nativos de su tierra -ni moros ni árabes-, y
que los niños del estado conocieran, respetaran y amaran sus nombres y sus hechos, de la misma manera
en que lo han logrado con los reyes godos, los austrias y
los borbones.
Hay que normalizar de una vez el país normalizando la historia.
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