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miércoles, 1 de febrero de 2012

Sí a la construcción de la Torre Pelli

Alineación a la izquierda

La Torre Pelli, en enero lleva construidas 14 plantas

Sevilla tiene un grave problema para integrarse en el espacio que la contemporaneidad exige. Lleva siglos viviendo a espaldas del tiempo que le corresponde, anclada en el pasado, al margen de los adelantos que la actualidad impone, paralizada, pueblerina, sin visos de solu
ción.
Cada vez que surge un proyecto que pretende modernizar a la ciudad, sale a la palestra un sector de la población -no muy grande, pero altamente influyente-, defensores del descarrilamiento histórico, que pretende convertir Sevilla en un gran parque temático de rancio costumbrismo, rebosante de tópicos y espúreo sevillanismo.

Este grupo, cuyas raices proceden de la época de Leovigildo, Recaredo, Chindasvinto, etc., se caracteriza por pertenecer al “impío” mundo de los “capillitas”, perfecto entramado social donde desarrollan sus exigencias redentoras, a la vez que pergueñan sus transacciones comerciales. Son católicos por accidente, igual que podrían ser luteranos si hubiesen nacido en Alemania, budistas en China y Japón o musulmanes en Arabia. Leen el ABC, igual que hacían sus padres y abuelos, (aunque éste, últimamente, les resulta insustancial), La Razón y La Gaceta.
Escuchan la COPE, Onda Cero y Es Radio.
Ven la 13, Intereconomía, Tele Sevilla, Metropolitan Andalucía y 20TV, todas las demás les resultan subversivas.

En pintura no van más allá del Murillo de las vírgenes (el social, casi lo ignoran), Valdés Leal, Herrera el Viejo, Zurbarán, y Gonzalo Bilbao, Rico Cejudo y García Ramos, no por la modernidad que estos últimos incorporan a su técnica pictórica, sino por el costumbrismo que retratan en sus cuadros.
Los únicos escultores que reconocen son Martínez Montañes, Juan de Mesa, Pedro Roldán y a su hija “La Roldana”. Los demás, o bien no existen, o están fuera de tono.
Su concepto de arquitectura está estancado en el barroco. De ahí no salen –bueno, rectifico, también les atrae el neobarroco-.
Son poco dados a la lectura, aunque, de vez en cuando, leen a Agustín de Foxa, José María Pemán, Menéndez Pelayo, Juan Valera, y de los actuales, al "sevillanísimo" (y mal escritor) Antonio Burg
os y al evangelista César Vidal.
Van poco al teatro –son amantes de las revistas, sobre todo, de las “jamonas”-, aunque de vez en cuando se cultivan viendo entremeses reaccionarios de los hermanos Álvarez Quintero, humoradas de Miguel Miura y cositas fáciles entretenidas de Alfonso Paso.
No leen poesía -para ellos, hacerlo es una mariconada-, ni son amantes de la música, a no ser el anual "Miserere" de Hilarión Eslava, porque les suena a preámbulo cofradiero, y algunas sevillanas del nostágico Francisco Palacios "El Pali", que Dios lo tenga en su gloria.
Definen la estética del ballet como “un baile raro que se ejecuta de puntillas, para no despertar a los sufridos noctámbulos que han ido al teatro a “sobar” la siesta”.

Son amantes de la caza, sobre todo, la de la mujer ajena. No son escrupulosos: menos las suyas, todas las presas les gustan. No temen pecar, para eso inventaron sus antepasados, hace cientos de siglos, la extremaunción: no hay detergente actual que produzca mejores resultados. Por ese motivo, jamás tienen mala conciencia, ni temen perder el cielo, saben que dios les perdona y comprende, si no, no tendría razón ser penitente encapuchado, ni sufrido rociero.

Esta es la radiografía de nuestros ínclitos ciudadanos.

Afortunadamente, cada vez van teniendo menos poder –o al menos, no todo el que poseían y quisieran-, aunque siguen influyendo sobre gran parte de la ciudadanía. Por desgracia, entre el pueblo llano, hay una mayoría que comulga con las ideas de sevillanismo que estos rancios propugnan.
Insisten en apearnos del siglo en que vivimos. Cualquier proyecto social, artístico o urbano que se diseñe, cuenta con su rechazo y la complicidad de los medios de “incomunicación” que ellos controlan.
Discreparon con las dos torres que Aníbal González levantó en la plaza de España porque éstas competían con la Giralda. Hoy es uno de sus monumentos emblemáticos. 

Criticaron el diseño del edificio de la Previsión Española. Hoy lo reconocen como suyo.
Protestan por los diseños de las farolas y asientos que se colocan en diferentes plazas de la ciudad porque “no se parecen a las de los años de María Castaña”. Pero los privilegiados que los usan y disfrutan son ellos.  
Rechazaron la peatonalización de un sector de la ciudad que, de no hacerse, ponía en peligro la integridad de los monumentos que se veían afectados por la contaminación que producían los miles de automóviles que por allí transitaban (entonces no se pronunciaban por el daño que realmente se les hacía). Hoy se pasean, encantados, por la avenida de la Constitución que, ellos, los rancios, siguen llamando de José Antonio.
Se opusieron a la construcción del Metropol Parasol, de todas las maneras posibles que este sector
de ciudadanos, votantes del PP, saben hacer. Al fin, este proyecto faraónico está terminado. Ha costado más de lo que debiera, es cierto –máxime, cuando la sociedad se encontraba inmersa en esta virulenta crisis económica-, pero este es otro debate, el terrible debate de la insensibilidad política para captar la realidad cotidiana, pero la obra arquitectónica de la plaza de la Encarnación enseñorea la ciudad y –a pesar de ellos-, ha pasado a formar parte importante de ésta.

Pero no satisfechos con las piedras que ponen en las ruedas de la evolución social, ahora la emprenden con el novedoso proyecto de edificación que el arquitecto argentino, César Pelli, tiene encargado levantar, un rascacielos de 42 p
lantas, la última dedicada a un privilegiado mirador, y 178 metros de altura, una obra consecuente con los tiempos que transcurren y respetuoso con el patrimonio histórico de la ciudad, ya que se levanta a más de 1.700 metros de distancia de los edificios que están declarados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (Catedral, Archivo de Indias y Alcázar), y que su organismo asesor en estos asuntos patrimoniales, erróneamente ha situado a 600 metros de éstos.
A esta distancia, la citada Torre Pelli jamás puede afectar, v
isualemnte, al conjunto arquitectónico que falsamente quieren defender, es más, serviría –como ocurre con el mirador de las llamadas, popularmente, “Setas”-, para tener una maravillosa y nueva visión de la ciudad y de los monumentos más sobresalientes de ella.
Es inaceptable que aduzcan como pretexto para su paralización, el riesgo de que la UNESCO nos retire la citada calificación por dos motivos:
  • el primero, y más importante, porque a este grupo de sevillanos rancios nunca les ha importado la estética de la ciudad, si no, a los años cincuenta, sesenta y setenta me remito, época en la que se han cometido los mayores atentados urbanísticos contra ésta.
  • y segundo, porque sería discriminatorio, ya que ha permitido la construcción de un rascacielos de 300 metros de altura –The Shard de Londres-, a tan sólo cuatro calles distancia de la torre de Londres, y otra torre cercana a la catedral de Berlín, y si no, el hotel que han construido en pleno centro de Cáceres, con solarium incluido en la última planta, justo al ladito de los monumentos más emblemáticos de la ciudad.
La construcción de la Torre Pelli debe seguir adelante. Es una nueva oportunidad para incorporarnos a la época en que vivimos. Tratar de mantener a una ciudad del siglo XXI en los tiempos de la Edad Media es una irresponsabilidad sólo digna de individuos que les importa muy poco el progreso de su ciudad y que si se les dejara, aún querrían vernos andando por las calles con el burro y el caballo, transportando las mercancías en los serones, o en carro, y a nuestras mujeres, con el traje que puntualmente se ponen para pasearse por la Feria.
No es que amen más que nadie a su tierra. Es que su incapacidad intelectual les hace que no sepan diferenciar entre el bien y el mal, lo adecuado o inadecuado. Antes, en la época de la que proceden, estos casos de deficiencia mental pasaban desapercibidos, pero ahora, perdónenme señores arcaicos, vuestra pataleta no cuela.




Maqueta de la Torre Pelli



7 comentarios:

  1. Cocolar sevilla en el siglo XXI habría sido acabar con los focos de chabolismo e infraurbanismo que la ciudad tiene... a mi me da igual que hagan apartamentos con la catedral, pero esa torre, en un clima como el sevillano es un absurdo anticlimático... la pasta que va a hacer falta para enfriar esa mole, es absolutamente antiecológica... pero claro, eso de edificar en horizontal se ve que no se la pone tiesa a los arquitectos y los banqueros... también es muy sevillano y muy español lo de hacer la torre y los coches de los que trabajen en ella que los aparquen en valencina, supongo... no quiero ni pensar en el pollo que se va a montar en la entrada de sevilla por huelva a pirmera hora de la mañána...

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    1. Aunque parezca contradictorio,estoy de acuerdo contigo en casi todo... Lo primero son las personas, luego viene todo lo demás, pero en este caso, el tema NO ES Torre Pelli o viviendas para los que la necesitan, sino el hecho consumado de un proyecto, de una arquitectura "que no encaja" con el prototipo arquitectónico de los que más daños han hecho a la ciudad. Sólo basta echar una mirada a la ciudad y veremos la de edificios horripilantes que han permitido la mayor parte de los que ahora se oponen.
      En cuanto al tema de los atascos, ¿crees que más de uno que lo padecen a diario estarían conforme en desprenderse del auto, aunque le ofrecieran un transporte alternativo?
      Un saludo.

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  2. Por favor, ¿alguien me puede decir exactamente que utilidad tiene ese edificio? ¿no hay suficientes oficinas vacias en toda sevilla? Evidentemente, al pie de la torre, sin apenas perspectiva, parece no tener un impacto visual, pero, cuando uno se aleja un poco, observa como el engendro domina de forma absoluta la ciudad. Si debe hacerse un rascacielos (que no le veo utilidad) no era necesario hacerlo en la cartuja, sino haber desarrollado uevas zonas en la ciudad. Una sevilla que desaprovecha otros espacios mucho más utiles (quien no recuerda las grandes promesas sobre el posterior uso de las instalaciones de la expo) construyendo rascacielos teniendo asentamietos de infraviviendas. Ya ese espacio que quedará vacío quieren un gran puente para que lleguen a la puerta en coche ¿pero quien va a ir? lo pagaremos finalmente todos, porque ya acordarán las administraciones rellenar con oficinas para que la propiedad no tenga perdidas.
    Y no creo que sea rancio tener un poco de cabeza, me encanta la encarnación y como ha recuperado ese espacio urbano, pero los rascacielos no son de los ciudadanos, este ya no es ni de una entidad financiera andaluza...

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    1. ¿Tu crees -pero de verdad-, que si no construyeran la Torre Pelli, el dinero que va a costar se iba a emplear en levantar viviendas sociales?
      Igual, o si me apuran, mayor impacto proyecta sobre la ciudad el puente del Alamillo, y nadie, hasta ahora, ha dicho nada.
      Menos mal que la Giralda se levantó hace ya unos cuantos de años...
      De todas maneras con la discrepancia fortalecemos la Democracia.
      Un saludo.

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  3. Ni Berlin, nI Caceres, ni Londres , ni la setas, es, Sevilla , deja a Sevilla con su historias con sus monumentos, las setas sembrarlas En otra parte y la Torre Pellizcoenelestomagocuandolaveo no le hace falta a Sevilla a los banqueros quizas ¿ pero a Sevilla y a los sevillanos? no, hijo no , que es un horror de torre, ahi en medio, que no pinta ná de ná aqui ,que Sevilla es lo suficientemente llana para construir a ras de suelo no en altura y tan fea ademas , y las setitas que han quedao preciosa, ese mamotreto en medio del casco historico ......Se dijo algo del puente del alamillo , ? se dijo algo del puente de las Barqueta ? ¡¡¡ea !! pues ya esta que no ,que no, que la torre pellizcoenelestomagocuandolaveo al garete, y las setas a otra parte, que hubiera revalorizado el terreno.

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  4. Y sobre todo que recuerden las autoridades que están al servicio del pueblo , que son los empleados nuestros , que ya esta bien de hacer lo que quieren y porque quieren con nuestra ciudad , que no se les paga para eso, que pinten por ejemplo las farolas tan bonitas que están el puente al lado de el Elcano por donde pasa el canal ¿ del guadaira ? , que cualquier día se pierden las farolas y a saber donde han ido a parar ....¡¡ a mi casa no ,desde luego !!

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    1. Me gustaría a mí quedarme con la cara de todos los que la critican, por si los veo en alguna ocasión merendando en el restaurante para pijos que van a instalar arribita de ella... Muchos de los que os parece mal ese edificio también criticábais la peatonalización del centro y ahora algunos viven como dioses en él y se pasean divinamente por esas calles.
      Cuando a Aníbal González se le ocurrió colocar las dos torres de la Plaza España, más de un sevillano de entonces se lo quiso "comer" por tal osadía, y hoy, los descendientes de estos críticos, la tienen incorporada en el chip de su "falso" sevillanismo... ¡Cómo "semos"!
      Un saludo.

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