La primeras cabrillas (Otala punctata) de la temporada

 

Frescas y bien salvajes

Ha bastado que caigan las primeras lluvias y he aquí el primer guiso de cabrillas (Otala punctata) que hemos conseguido esta temporada, y la verdad sea dicha, para nuestra sorpresa no ha podido ser más satisfactoria, ya que pensábamos que después del largo verano que hemos padecido y la falta de hierbas frescas para el sustento, la salida sería casi testimonial, pero afortunadamente hemos dado con un buen sitio donde hemos logrado coger cabrillas para unos pocos guisos, y os asegurio que las ollas que montamos son para satisfacer a unos cuantos insaciables de los caracoles, ya que "por desgracia", no hay ninguno de nuestros hijos a los que les desagraden.
Ahora queda la parte menos gratificante y, si me apuran, más laboriosa y estresante: la transformación de este molusco gasterópodo lleno de babas en un manjar suculento. Nuestra forma de hacerlo es en salsa de tomates, al que le añadimos alguna seta cultivada que siempre están a mano (champiñón (Agaricus bisporus) o Pleorotus ostreatus), y unos trocitos muy picados de jamón ibérico. Una vez terminado se puede acompañar, o bien con un buen mosto recién salido de la bota o algún tinto de la última cosecha. El maridaje es perfecto, os lo aseguro.  Siento que Internet no haya sabido dar aún con la tecla de la degustación a través de él. No todos los inventos pueden ser perfectos.

Cocinadas y listas para comer