Si es cierto que el Infierno existe -y no es éste que
habitamos-, la verdad es que vamos a estar algo estrechos cuando esta gente del
PP la espiche, debido a que han infringido el octavo Mandamiento.
Si Mariano Rajoy tuviera decencia
y valor –algo inusual entre los políticos actuales-, debería dimitir, o en su
caso, convocar un referéndum donde preguntara al pueblo si aprueba los recortes
que está aplicando, ya que estas medidas son todo lo contrario de lo que llevaba
en su programa electoral y proponía en cada mitin que realizaba, antes
de las elecciones del pasado 20 de noviembre de 2011.
Pero además, el Parlamento -si de
verdad cree en la Democracia-, debería promover una Ley que garantizase que
un partido político en el poder no pudiera aprobar lo contrario de lo que prometió en
su programa, o sea, que fuese factible un procedimiento institucional que
castigase con la dimisión a todo aquel Gobierno de la nación o Comunidad
Autónoma que mintiera.
Sólo de esa manera se protegería
el resultado electoral producido, y a su vez, la Democracia -señora que en estos
momentos se encuentra gravemente secuestrada por estos dos partidos que se
alternan en el timón de la gobernación-, pero que sin una fuerte presión del
pueblo en las calles, exigiendo la implantación de estas medidas correctivas,
las mentiras continuarán produciéndose, es más, irán en aumento, y los
políticos, los gobiernos de este país, harán del engaño el más eficaz
instrumento para instalarse en la Moncloa.
A nosotros corresponde cambiarlo.
De nada sirve votar y tener secuestrado el voto durante cuatro años. Debemos
exigir a los gobernantes que cumplan sus promesas, y ser capaces –y autónomos-
para echarlos de sus sillones si
llegan a mentirnos. Sólo así se protege y potencia la Democracia, lo contrario,
el escapismo, la aceptación, el pasotismo, no es más que legalizar este estado de “Dictadura
Democrática”.
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