Como si de una maldición se tratara, en Sanlúcar de
Barrameda, los dioses enemigos de Baco han logrado crear las condiciones
específicas para que clausuren otro Templo dedicado al culto de este divertido
y marchoso dios: “La Habana”, en la calle Santo Domingo, frente al otro
magnífico Templo -éste cristiano- que da nombre a la citada calle.
Después de 112 años, esta vieja taberna -perteneciente a
la familia Vázquez-, en la que sus cuatro generaciones han servido dos de las
más exquisitas manzanillas del lugar (la “E” y "Viruta”) ha dado el
cerrojazo definitivo y dejado en la más absoluta indefensión a todos los parroquianos que
solíamos acudir a aquel lugar para rendir culto al borrachín Dioniso.
Me cuentan que ha sido motivado por las desavenencias
familiares, la crisis, la seducción inmobiliaria, etc., pero me atrevo a opinar
que el trasfondo de la cuestión está en el desapego que mantiene la sociedad
actual por los “caldos locales”, la falta de una publicidad extensiva por
parte de nuestras autoridades andaluzas y la apuesta por una política comercial que incentive y fomente
el consumo de los vinos producidos en la comunidad, y, el más importante,
hacer que la juventud se identifique y acerque más a la bebida fermentada de nuestras
tierras y abandonen el consumo de las destiladas, sólo de esa forma se logrará
que estos Templos del beber y la palabra no desaparezcan irremisiblemente.
Cada vez quedan menos tabernas tradicionales donde, en
compañía de un buen vaso de vino y la espontánea conversación de los distintos
feligreses, "solucionabas" todos los problemas del mundo.
Por esta que acaban de cerrar han pasado personajes tan importantes como Diego Rojano, Manuel Toribio, Juan Eslava Galán... pero sobre todo Caballero Bonald, quien, según advierte Salvador Daza, “mantiene su gozosa salud gracias a los cuidados que le proporcionaron estos caldos, entre otros benéficos que le llevaron a recuperarse de sus achaques.”
Por esta que acaban de cerrar han pasado personajes tan importantes como Diego Rojano, Manuel Toribio, Juan Eslava Galán... pero sobre todo Caballero Bonald, quien, según advierte Salvador Daza, “mantiene su gozosa salud gracias a los cuidados que le proporcionaron estos caldos, entre otros benéficos que le llevaron a recuperarse de sus achaques.”
Como
las grandes desgracias -que siempre te asaltan de noche y desprevenido-, este año, cuando hemos vuelto a “La Habana” a
rendir culto a Baco, nos hemos encontrado con la desagradable sorpresa de que
estaba cerrada, con un escueto cartel pegado a la puerta que decía: SE VENDE.
¡Otro Templo más que nos cierran! Cada día nos ponen más difícil cumplir con nuestras necesidades religiosas.
¡Otro Templo más que nos cierran! Cada día nos ponen más difícil cumplir con nuestras necesidades religiosas.
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