Los políticos juegan al parchís,
juegan a la oca, al ajedrez,
juegan.
Sacrifican peones, damas,
tiran otra vez
y se comen una roja
mientras la azul se cuenta veinte.
Repiten la tirada.
Del laberinto al treinta, se aseguran
y a río revuelto ganancia de pecadores.
Desde sus torres de marfil
viven como reyes
y nunca caen en la cárcel.
De puente a puente
cabalgan sus caballos,
esquían en Baqueira
y si alguna vez caen en el pozo,
aún les quedan peones para rescatarlos.
Los políticos, ya se sabe,
tienen mal perder,
por eso, de vez en cuando,
hacen trampas para seguir ganando.
juegan a la oca, al ajedrez,
juegan.
Sacrifican peones, damas,
tiran otra vez
y se comen una roja
mientras la azul se cuenta veinte.
Repiten la tirada.
Del laberinto al treinta, se aseguran
y a río revuelto ganancia de pecadores.
Desde sus torres de marfil
viven como reyes
y nunca caen en la cárcel.
De puente a puente
cabalgan sus caballos,
esquían en Baqueira
y si alguna vez caen en el pozo,
aún les quedan peones para rescatarlos.
Los políticos, ya se sabe,
tienen mal perder,
por eso, de vez en cuando,
hacen trampas para seguir ganando.
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