Entrada a las bodegas
No cabe la menor duda que el enoturismo
está alcanzando en la comunidad de La Rioja unos niveles más que sobresalientes. En torno a las bodegas se
levantan hermosos complejos hoteleros, gastronómicos y arquitectónicos que
sorprenden por la modernidad de sus edificios. Las grandes empresas bodegueras
rivalizan no sólo por conseguir la mejor calidad para sus vinos, sino en
levantar el edificio más espectacular y hermoso que los albergue, a ser posible, diseñado por un arquitecto de
renombre.
Y así les va. Visto desde
Andalucía, da la impresión de que “la cosa” es sólo para cuatro entendidos,
pero una vez allí compruebas que el número de personas que moviliza es bastante
elevado, de todas las edades y clases sociales, así como elevado es el montante
económico que deja este modelo turístico.
Pues bien, aprovechando que hemos
subido al norte a disfrutar de un recorrido cultural (iglesias, conventos,
monasterios, poblaciones, paisajes, gastronomía, etc.), no hemos querido dejar de visitar una bodega riojana, cosa que realizamos el día que decidimos ir a San
Millán de la Cogolla, localidad donde se encuentran los Monasterios de Suso y
Yuso.
De las más de 400 bodegas que hay
en La Rioja, la elegida fue la de David Moreno, en las inmediaciones del
pequeño pueblo de Badarán, un ingeniero técnico que un día decidió abandonar su
trabajo en Barcelona, para hacer realidad el proyecto que desde siempre le
había atraído: poner en práctica los conocimientos que adquirió del padre y el
abuelo, y hacerse bodeguero, cosa que comenzó en 1988.
La bodega es de tipo tradicional,
excavada en la montaña, de paredes arcillosas y piedra, en la que encontramos
los “calados” Don Ponciano, Abuelo Damián y La Gran Cueva, y en este último, la
joya de la corona: el Santuario Vobiscum, donde se guardan, tras una reja, casi
tres decenas de barricas en las que envejece el vino de autor que da nombre al
lugar.
Sus vinos Blancos, Rosados, Tintos (Joven, Madurados, Reservas, Gran Reservas, de Selección y de
Autor) salen al mercado bajo tres marcas comerciales: David Moreno,
Monasterio de Yuso y Vobiscum, todos ellos con uvas de la variedad Viura -para blanco y
rosados-, Tempranillo y Garnacha -para tintos y rosados-.
Terminada la visita pasamos a la
sala de degustación y tienda, donde pudimos saborear algunos de ellos, y
realizar algunas compras para casa.
Una vez finalizada la visita
–antes de partir para San Millán de la Cogolla-, dimos un pequeño paseo por el
pueblo y comimos en el restaurante del Hotel Conde de Baradán, justo al lado de
la bodega, donde tuvimos ocasión de probar las populares “pochas” riojanas, que
no son más que un guiso de chicharos -como diríamos en mi tierra-, y unas
sabrosas carnes a la parrilla, todo ello regado con un buen rioja.
Esto es lo que dio de sí la mañana, ya
que la tarde la teníamos reservada para disfrutar viendo “piedras”, cuadros,
santos y códices... Que también hay que alimentar el espíritu, digo yo.
La jornada fue bien completa, y,
para rematarla, hasta tuvimos la ocasión de ver nevar y comtemplar el manto blanco que cubría los montes de la Sierra de la Demanda, cosa que nos sorprendió pues cuando salimos del sur hacía una temperatura casi primaveral, menos mal que fuimos previsores y metimos en el equipaje ropas de abrigo. Y es que
españas hay muchas y el que se niegue a aceptarlo, se engaña.
Hermosa vista del valle de San Millán (con nieve incluida), donde están situados el pueblo y las bodegas
Cepas convertidas en atractivas figuras a la entrada del primer calado
Acceso a la bodega, excavada en la montaña
Antiguo vehículo para el transporte del vino
Zona de barricas para los socios del club del vino
El Santuario Vobiscum
Sala de fermentación con una gran prensa de viga
Pequeña exposición de antiguos utensilios
Inmensos muros acogen a estos caldos
El momento de la degustación
Terraza exterior donde tomar la última
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