En el procesamiento de Julian Assange existe un trasfondo
político en el que anda implicado –como en todos los graves conflictos
internacionales- el “muy democrático” y “defensor de las
libertades”, Estados Unidos de América.
Quien pretenda ver que detrás de todo esta persecución sólo hay una acusación por violación, es querer creerse, todos juntos, los cuentos de
Calleja. Lo que ocurre es que después de repetir mil veces una mentira -o si lo
quieren, una verdad a medias-, terminamos aceptándola. Y es lo que está
ocurriendo con el “horrendo delito” que ha cometido Assange, una violación que
no es tal (esto es lo que no cuenta la prensa obediente a EE.UU.), ya que
en cualquier país del mundo que no sea Suecia, mantener relaciones sexuales consentidas con
una mujer adulta, sin preservativo, no es delito.
Este es el “abominable crimen” por el que se quiere detener
y extraditar al fundador de WikiLeaks. Como ustedes entenderán, aquí hay gato
encerrado, porque de ser así, el noventa por ciento de los tíos estarían
encarcelados.
Seamos serios señores, lo que sobrevuela sobre la cabeza de Assange
–una vez más- es la sombra de USA, quien a costa de todo, y sirviéndose de sus
lacayos en el mundo, pretende trasladarlo a su imperio para castigarlo (pena de muerte incluida) por las filtraciones que realizó sobre las mentiras que utilizaron para invadir Irak y de los vuelos de la CIA para trasladar a los detenido de Afganistán a Guantánamo, donde también aparecen implicados "respetables" gobiernos europeos. ¡No sé qué tiene ese país que hasta los negros -por mucho Nobel de la Paz que tengan- terminan gobernando como blancos! Debe ser cosa del agua.
Desengañémonos, esta es la única verdad que existe en toda
esta mentira contra Assange. Si el poderoso Imperio no estuviese detrás de toda
esta movida, hoy sólo estaríamos hablando de la vergonzosa y
despreciable actitud con la que Estados Unidos trata al resto de países del mundo.
De momento, Ecuador le ha concedido el asilo diplomático,
Europa –como siempre- calla para no molestar al Amo americano, y Reino Unido
–país que se negó a conceder la extradición de Pinochet (no lo olvidemos, acusado de genocidio) a España, Francia, Bélgica y Zuiza para que fuera juzgado por crímenes contra la humanidad- ahora, como buen lacayo, acosa a la
embajada del pequeño país suramericano, amenazando incluso con asaltarla, para
lograr la detención del "peligroso" violador.
También lo defiende un conocido y prestigioso abogado: el Juez -defenestrado por la derecha española-, Baltasar Garzón, nada sospechoso de defender a sinvergüenzas y criminales. Aunque al lado del Empearador americano son pequeños (Ecuador, Garzón), confiemos en que el ratón, como en la fábula, pueda vencer al gato.
También lo defiende un conocido y prestigioso abogado: el Juez -defenestrado por la derecha española-, Baltasar Garzón, nada sospechoso de defender a sinvergüenzas y criminales. Aunque al lado del Empearador americano son pequeños (Ecuador, Garzón), confiemos en que el ratón, como en la fábula, pueda vencer al gato.
¿Quedan todavía ingenuos que sigan creyendo que
las cosas que acontecen en el mundo son del todo espontáneas y naturales?
¿De verdad alguien cree que los conflictos de Afganistán,
Libia, Túnez, Egipto, Yemen, Siria, etc, y muy pronto, de Irán, son, sencillamente, productos de la casualidad y
por deseos democráticos de sus habitantes?
¿Y Marruecos, y Arabia Saudí, y China, y Palestina... es que
aquí no padece el pueblo falta de libertad y ansias de justicia?
No sé si llegará un día en que los pueblos –hasta el más
chiquito- puedan ser soberanos e independientes.
Hasta ahora sólo somos una marioneta que maneja a su antojo el Poderoso Imperio: el “muy respetable y muy democrático” Estados Unidos de América. Pero la historia nos refiere algunos casos donde el débil supo imponerse al poderoso: ahí están los casos de David contra Goliat, o los más recientes de Vietnan, Irak, y dentro de poco Afganistán, donde EE.UU. salió corriendo con el rabo entre las patas, eso sí, después de provocar miles de muertos.
Hasta ahora sólo somos una marioneta que maneja a su antojo el Poderoso Imperio: el “muy respetable y muy democrático” Estados Unidos de América. Pero la historia nos refiere algunos casos donde el débil supo imponerse al poderoso: ahí están los casos de David contra Goliat, o los más recientes de Vietnan, Irak, y dentro de poco Afganistán, donde EE.UU. salió corriendo con el rabo entre las patas, eso sí, después de provocar miles de muertos.
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