Cuando yo era niño, si
alguien te preguntaba: "¿qué quieres ser de mayor?", respondías, raudo, que médico, abogado, maestro, o cualquier otra
profesión pareja a los estudios.
Hoy, si le preguntas a cualquier
chaval, también te contestará -sin dudarlo-, "que futbolista,
político o tertuliano de programas freakis de televisión".
-¿Y por qué eliges estas “profesiones”?
- Está bien claro, abuelo; porque no hay que estudiar nada, tiene poco desempleo y da mucho dinero.
Ante lo evidente de la respuesta, a uno no le queda más remedio que callarse; analizado con sentido optimista, el niño no está del todo mal encaminado, aunque lo de futbolista, lo veo algo más complicado. Es cierto que no hay que romperse la cabeza con los libros para lograrlo, pero hay que reconocer que no todo aquel que le da patadones a un balón llega a cobrar cientos de millones, que los hay que pasan -la mayoría- verdaderas calamidades en las otras categorías inferiores.
La salida de político, no está nada mal, sobre todo para la mujer, por esa novedad de cubrir cuotas. Para poder ejercerla, sólo debes poseer un buen estómago que digiera cada día la conciencia, cambiar de opinión cuantas veces sean necesarias (aunque hayas dicho lo contrario hace poco, no importa, eso imprime carácter), tener pocos recursos ideológicos y oratorios, y -ésta es bien importante-, desterrar de tu boca el uso correcto del lenguaje, aplicar los “palabros” que el progrerío insustancial ha puesto de moda (miembro/a; joven/a; albañil/a, juez/a, etc.), pero ¡cuidado!, que jamás se te ocurra decir lo contrario cuando te refieras al sexo masculino (poeto en lugar de poeta; persono por persona; periodisto por periodista; futbolisto en lugar de futbolista, etc.) si no quieres sufrir un aparatoso descarrilamiento en tu fulgurante carrera.
Ante lo evidente de la respuesta, a uno no le queda más remedio que callarse; analizado con sentido optimista, el niño no está del todo mal encaminado, aunque lo de futbolista, lo veo algo más complicado. Es cierto que no hay que romperse la cabeza con los libros para lograrlo, pero hay que reconocer que no todo aquel que le da patadones a un balón llega a cobrar cientos de millones, que los hay que pasan -la mayoría- verdaderas calamidades en las otras categorías inferiores.
La salida de político, no está nada mal, sobre todo para la mujer, por esa novedad de cubrir cuotas. Para poder ejercerla, sólo debes poseer un buen estómago que digiera cada día la conciencia, cambiar de opinión cuantas veces sean necesarias (aunque hayas dicho lo contrario hace poco, no importa, eso imprime carácter), tener pocos recursos ideológicos y oratorios, y -ésta es bien importante-, desterrar de tu boca el uso correcto del lenguaje, aplicar los “palabros” que el progrerío insustancial ha puesto de moda (miembro/a; joven/a; albañil/a, juez/a, etc.), pero ¡cuidado!, que jamás se te ocurra decir lo contrario cuando te refieras al sexo masculino (poeto en lugar de poeta; persono por persona; periodisto por periodista; futbolisto en lugar de futbolista, etc.) si no quieres sufrir un aparatoso descarrilamiento en tu fulgurante carrera.
También se exige una buena dosis de "mala leche" para no tener
escrúpulos con las medidas que elabores y con el dinero que llegues a
“mangonear”. Además, esta maravillosa profesión permite “enchufar” a buena parte de la familia, o bien que hagan pingües beneficios al socaire de las informaciones privilegiadas que el político le proporciona . Esta última cualidad -como la de
futbolista-, has de traerla ya de fábrica, es difícil adquirirla con el
tiempo, aunque he de decir que quien la posee, sí la perfecciona con él y el uso.
Y la última, hijo, la de tertuliano, esa sí que es asequible; no como antes, que había que pasarse años en la facultad estudiando la carrera de periodista. Total, para qué, para opinar y poner verde al de enfrente, cualquiera sirve. Lo único malo que le encuentro es que si eres hombre, necesitas ser un cornudo o un golfo para que te admitan, y si eres mujer, viuda de un conato de torero o cantante, querida de un respetable señor, prostituta reciclada, etc.
Y la última, hijo, la de tertuliano, esa sí que es asequible; no como antes, que había que pasarse años en la facultad estudiando la carrera de periodista. Total, para qué, para opinar y poner verde al de enfrente, cualquiera sirve. Lo único malo que le encuentro es que si eres hombre, necesitas ser un cornudo o un golfo para que te admitan, y si eres mujer, viuda de un conato de torero o cantante, querida de un respetable señor, prostituta reciclada, etc.
Como salida profesional, la verdad, no está mal. Aquí ni siquiera te exigen haber ido a la escuela; cuanto más borde, más ordinario, mas soez seas, más impacto de
audiencias alcanzas. Sólo se necesita darles carnaza, cuanto más personal y
sangrante, más asegurado tienes tu triunfo televisivo.
Los tiempos están cambiando. ¡Qué digo!; rectifico: lleva mucho rato cambiado y algunos ni nos hemos enterado.
Los tiempos están cambiando. ¡Qué digo!; rectifico: lleva mucho rato cambiado y algunos ni nos hemos enterado.
Vivimos en una sociedad
donde el que no es "práctico", corre el riesgo de desaparecer. El fenómeno, no es más
que la aplicación del ciclo evolutivo en las especies. O avanzas o
mueres. Esta es la sociedad del poco esfuerzo -o ninguno-, donde el clan
de los “ ni-ni” (como ocurrió en la prehistoria con el cromañón sobre el
neardental) se va imponiendo a un ritmo acelerado, sin que encuentre
grandes dificultades en su desarrollo.
Somos una sociedad precipitada donde
prima la velocidad y la carencia de esfuerzo en la conquista de
cualquier objetivo, esta es la lógica explicación de que nos estemos despeñando.
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