A cuarenta kilómetros de Burgos están las ruinas del
Monasterio de San Pedro de Arlanza, un magnífico y ambicioso proyecto
benedictino del que hoy quedan algunos importantes restos con los que nos
podemos hacer una idea de lo que fue en su momento.
Construido en 1080, el monasterio fue reformado en varias
ocasiones de su historia, con lo que su inicial aspecto varió considerablemente.
Más tarde, la desamortización, incendios, expolios y la desidia de las autoridades,
lo han llevado al estado lamentable en el que lo encontramos, aunque aún es
posible imaginar la magnificencia de este conjunto.
Quien visite Burgos no puede dejar de contemplar esta
portentosa ruina de lo que un día fue el monasterio benedictino de San Pedro de
Arlanza, lugar de mágicas leyendas castellanas.
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