La
vaca en venta
¡Pare,
no bendas la baca,
no
la bendas!
¿Pa
qué quiés tú eze dinero
que
te ban a dá por eya,
zi
ze la ban a yebá
i no
bamos má a berla?
Mira
como está mirando
pacá
como zi entendiera
que
la quiés tú separa
de
mi bera;
i
cómo en zus ojos claros,
zin
pará revolotean
las
oscuras maripozas
de
la pena.
Pare,
pare, zi la bendes
i no
quiere dirze ella,
ze
la tendrá que yebá
a la
fuerza,
i
paeze que la stoi biendo
grobé
pacá la cabeza,
yamándome
en deje lejo
pa
que baya a defenderla.
¿Quién,
cuando sté en otra mano,
la
zacará a la berea?
¿Quién
le scogerá su pienzo
de
la yerbita más fresca?
¿Quién
larrascará la ubre,
suave
como la zea,
pa
que ar templaito zon
de
la caricia se tienda?...
¡Pare,
no bendas la baca,
no
la bendas!
Dizes
que el amo te píe
er
dinero de la renta,
i,
que zi no, nos ba echá
deste
cachito de tierra;
¡ I
dizes tú que por ezo,
por
ezo tiés que benderla!
Pare,
que el amo ze spere,
a bé
zi er berano yega;
berás
como ze le paga
toíto
lo que ze le deba.
¡Pero
no bendas la baca,
no
la bendas!
Yo
miré, como los ombres,
a
los partíos de ziega,
i zegaré zin pará
deje
que er día amanesca
jata
que er zielo zazomen
las
estreyas;
i,
pa comé, peiré
de
limosna, manque zea.
I
traeré tó er dinero
que
en las dos manos me quepa
pa
que le pagues al amo
de
la tierra...
¡Pero
no bendas la baca,
no
la bendas!
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