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lunes, 29 de agosto de 2011

In Memoriam: Veinte años después



Como el Sol, cada mañana nacerás en nuestros corazones




Hoy, hace ya veinte años, se apagó una estrella. 
No era la más luminosa, ni la más atractiva entre todas sus competidoras, era, pequeñita y grandiosa, atrevida y atenuante, decidida y aplacable. 
De su semilla nacieron cientos de rosas, trigales de amapolas, y un pequeño lucero que reconfortara mi desvalida alma.
Cuentan por las tardes -a la puesta de sol en los pueblos-, que los niños recogen trocitos desprendidos de ella, para fabricarse vistosos y rudimentarios caleidoscopios con los que poder imaginar mundos soñados. 
Otros, que las resplandecientes y coquetas ninfas de los bosque iluminan sus delicados rostros, con el polvo desprendido de su intangible masa. Hay quienes, además, piensan, que el origen del arco iris fue producto de esta estrella, y discuten y apuestan, que la antigüedad de este coloreado fenómeno no va más allá de dos décadas.

Lo cierto es que tal día como hoy, de parece mil años, desapareció una estrella, y que algunos nos quedamos en penumbra.
La luz, sólo es un efecto evanescente de nuestro recuerdo.
Se secó el limonero
del patio, el jazmín dejó de florecer y, hasta el sonido ronco del viento, aprendió a aullar en silencio.
Desde entonces, las calles ya no huelen a azahar, y a los días, les falta ese tono celeste con el que ella los envolvía.
El sol, brilla, sí, pero cada vez con más tristeza.

En la plaza, ya no juegan a la pelota los chiquillos, ni las niñas saltan a la comba.
Todo ha quedado en silencio en los cerros.
La paz amenaza con pintar de amarillo las copas de los abigarrados árboles.
Está cerca el horizonte y, no obstante, el cielo se cae a pedazos.
Los manantiales se han secado.
Y una cabra remolona, acaba de comerse el último ramo de flores que depositamos. 

¡Todo es como el destino prescribe, nada como quisiéramos!
Sin ti, la vida no existe, aunque nos engañemos imaginando que vivimos. 
Desde entonces, los novios y las ninfas son algo más felices, pero otros, en cambio, se han convertido en viejos y recalcitrantes astrónomos. 
Cada mañana, el día acude a nuestras puertas para hacernos ostensiblemente visible tu ausencia. 
Nada detiene al tiempo. La realidad es implacable, por eso, nadie puede escaparse a su antojadizo destino.
Como dijo Simone de Beauvoir, "Todos los hombres son mortales: pero para todos los hombres la muerte es un accidente, y aun si lo conocen y la aceptan, es una violencia indebida".


      -o-o-o-o-o-


¡Abre la jaula, madre!
Aquel pajarillo que un día
recogimos a medias,
se nos ha marchitado
en las manos.

Ella no está
para darle su alpiste,
y yo, ni atino a poner
agua en su bebedero.

¡Abre la jaula, madre!
Ya
ni me parece bello.

     -o-o-o-o-o-

Sobre mis brazos
se ha tronchado una rosa.

Yo mismo ví
cómo caían los pétalos
hacia la parte huidiza de la vida.

Hoy está algo más vacío el mundo.

En mi regazo,
el polen de su flor marchita.


    -o-o-o-o-o-

Ven como sea, en la luz de la mañana, en el primer vuelo
de cualquier pájaro de los que ahora
mismo cruzan el cielo, o se levantan
de la tierra. Ven como sea,
que esta hermosura de la tarde
te necesita para su eternidad.

J.A. Muñoz Rojas


    -o-o-o-o-o-



Deja tu presencia
una leve huella. Se queda
como pasando, como sin estar,
como si siguiera estando sin estar,
como si no dejara de oprimir la mano,como si la mirada siguiera mirando.

J. A. Muñoz Rojas









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