Eran platos nacidos de la necesidad y la astucia de la gente humilde, para acallar el hambre implacable que acuciaba a este desfavorecido sector de la población española, no hace muchas décadas.
Eran comidas simples en su elaboración, rápidas, baratas y escasas en productos. La componente mayoritario de todas ellas era el pan sobrante de los demás días, el escaso pan que se asentaba y se ulitizaba para formar la base principal de lo que ese día sería la comida. Aunque en ellos nunca estaba presente la carne, estos platos poseían un alto valor energético, ya que muchos de ellos fueron creados en el campo con el firme objetivo, no sólo de llenar el estómago, sino de aportar las calorías precisas que necesitaban los jornaleros andaluces para desarrollar su dura actividad en el campo.
Es el caso del plato que hoy traemos, Las Migas. En cada sitio las hacen de diferente manera , la que aquí describo es la que he visto hacer y la que se come en casa. Los historiadores cuentan que fue una comida que surgió en el entorno del campesinado, cuando a uno se le ocurrió reunir los pocos alimentos que cada cual llevaba en su atillo, mezclarlos en un perol y lograr de esta manera, tan sustanciosa comida. Uno aportó el chusco de pan y el trozo de tocino que llevaba, otro el cacho de pan y el chorizo, uno más, el pan y el aceite, etc., así hasta reunir lo poco que cada cual llevaba, lograron descubrir este exquisito manjar que hoy tanto nos place.
Para los que estén interesados en cocinarlo en su propia casa, le explicaré la manera como las hago (creo que es una de las más fáciles) aprendida de la gente de la sierra y adaptada por mi instinto gastronómico. Es la siguiente.
Productos:
· Pan asentado de unos días, a ser posible del denominado “Pan de Pueblo”, aunque también vale el de ciudad (preferible el de “bollo”, es mejor que el de barra o viena)
· Chorizo (ser generoso con él), alguno que sea un poco picante
· Panceta (al gusto) o en su defecto, bacón
· Pimiento verde
· Una cabeza de ajos
· Aceite (a ser posible, virgen extra). También generosidad
· Sal
Procedimiento:
El pan habrá que desmenuzarlo en trocitos muy pequeños. Una vez hecho se humedecerán ligeramente, sin empaparlos.
Luego, en una buena sartén o cacerola (donde creamos que no se pegarán), echamos el aceite, los dientes de ajos machacados y el pimiento cortado en tiras. Lo dejamos que se doren (ojo con que no se quemen) y cuando creamos que está, lo apartamos en un plato y añadimos al aceite el chorizo y el bacón cortados. Cuando se hayan fritos un poco, lo sacamos y unimos junto con los ajos y el pimiento.
En el mismo aceite donde hemos cocinado los anteriores productos, introducimos las migas de pan, le añadimos un poco de sal, teniendo cuidado de remover constantemente para que no se peguen, hasta que notemos que éstas van tomando consistencia y pierden la humedad del principio.
Una vez hayamos logrado este estado, se le añade todo el producto que tenemos reservado y lo vamos removiendo (este detalle no debe olvidarse nunca) durante unos minutos más ,hasta que probemos que las migas han tomado el sabor del resto de los alimentos.
Finalizada la preparación, las apartamos y las servimos de inmediato, es un plato que si se puede, agrada tomarlo caliente. Se acompañará, a ser posible, con un mosto del Aljarafe, en su ausencia, con un buen tinto. Las primeras que hagamos serán las más difíciles, las siguientes –con la experiencia- las iremos mejorando, así que no se desmoralicen si no salen en el primer intento, ya verán que, aunque no sean un éxito, el esfuerzo habrá merecido la pena.
Que ustedes las disfruten.
El pan habrá que desmenuzarlo en trocitos muy pequeños. Una vez hecho se humedecerán ligeramente, sin empaparlos.
Luego, en una buena sartén o cacerola (donde creamos que no se pegarán), echamos el aceite, los dientes de ajos machacados y el pimiento cortado en tiras. Lo dejamos que se doren (ojo con que no se quemen) y cuando creamos que está, lo apartamos en un plato y añadimos al aceite el chorizo y el bacón cortados. Cuando se hayan fritos un poco, lo sacamos y unimos junto con los ajos y el pimiento.
En el mismo aceite donde hemos cocinado los anteriores productos, introducimos las migas de pan, le añadimos un poco de sal, teniendo cuidado de remover constantemente para que no se peguen, hasta que notemos que éstas van tomando consistencia y pierden la humedad del principio.
Una vez hayamos logrado este estado, se le añade todo el producto que tenemos reservado y lo vamos removiendo (este detalle no debe olvidarse nunca) durante unos minutos más ,hasta que probemos que las migas han tomado el sabor del resto de los alimentos.
Finalizada la preparación, las apartamos y las servimos de inmediato, es un plato que si se puede, agrada tomarlo caliente. Se acompañará, a ser posible, con un mosto del Aljarafe, en su ausencia, con un buen tinto. Las primeras que hagamos serán las más difíciles, las siguientes –con la experiencia- las iremos mejorando, así que no se desmoralicen si no salen en el primer intento, ya verán que, aunque no sean un éxito, el esfuerzo habrá merecido la pena.
Que ustedes las disfruten.
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