Poco hay que decir de ella. Tan sólo que como suponía, los parados pasaron de acudir, los pensionistas se fueron de viaje con el Inserso, los trabajadores, supusieron que en esa “manifa” sobraban ellos, y los ciudadanos “comprometidos” decidieron, que era un mal día para el compromiso. Al final, entre tanto reparo, tanta suspicacia, tanta falta de implicación, tanta indolencia, la asistencia fue mínima, menos de la que hubo unos días antes, en la primera botellona de la primavera que nuestros “cansados” jóvenes convocan, de cuando en cuando, para quitarse el "hartazgo, el estrés y las preocupaciones".
No es necesario romperse la cabeza para encontrar las razones que han llevado a este fracaso participativo. En primer lugar está el escaso poder de convocatoria que tiene en la actualidad el PCE y su marca electoral, IU. No es el momento de exponer los motivos por lo que este grupo ha dejado de tener poder de movilización entre la clase trabajadora, aunque sí recordar que en algo ha debido influir sus continuos bandazos políticos, los cambios de estrategias, sus conflictos internos, la actitud incomprensible de destacados dirigentes, y, sobre todo, la falta de un líder coherente y carismático que sepa conducir y dé confianza a sus militantes. No se puede consentir que Cayo Lara, en respuesta a una pregunta que le hicieran los periodistas reunidos en la cabeza de la manifestación -en la que se solicitaba que aclarara “si pactaría con el PSOE, para formar gobierno en Andalucía”- respondiera, dando un buen capotazo al estilo de Curro Romero –como suelen hacer los políticos sobrados-, “que lo que él esperaba es que el resultado de los votos diesen a IU la oportunidad de gobernar sola" (sic), y se quedó tan satisfecho, como el que ha descubierto la ley de la gravedad, con lo fácil que hubiese sido contestar: “Sí o No", que era lo que en definitiva nos interesaba a todos, pero claro, la honestidad trae muchas consecuencias, y en esta ocasión hay muchos sueldos en juego.
A destacar, el incidente que originó un miembro del PCE y de IU, procedente de la provincia, cuando increpó a la dirección, minutos antes de comenzar la marcha, por los continuos pactos de la coalición con el PSOE, y les exigía que dejaran de hacerlo. Fue un momento de confusión y rigidez entre los dirigentes de la organización, pero todo quedó en ese conato, ya que el "izquierdoso" espontáneo fue apartado por el servicio de orden y los propios compañeros que iban con él.
Por otro lado está el nivel de degradación a la que ha llegado la clase trabajadora. Ya no es como antes, donde se aspiraba a vivir con los menos problemas posibles y tener lo suficiente para que la familia no pasara dificultades. Pero ahora, el trabajador está desclasado, coquetea a diario por esos mundos peligrosos del lumpemproletariado que el marxismo definió para referirse al obrero sin conciencia de clase y expuesto a la influencia de las ideas de los poderosos. Hoy, cualquier desgraciado que se precie, aspira a morirse, cuanto menos, asquerosamente rico. Ya no valen los viejos conceptos de intercambio, solidaridad, lucha, justicia; ahora sólo cuenta el vil metal, el acaparamiento, el derroche, la vulgaridad, y, aunque sabemos que nunca lo lograremos, el sólo hecho de imaginarnos multimillonarios, nos llena de ilusión, nos consuela y aquieta, pero nos hace unos auténticos borregos.
Cada día que vivo estoy más decepcionado con lo que veo a mi alrededor. Soy un espectador incómodo, molesto, para conmigo mismo y para los que me soportan. No me agrada el mundo que me rodea, aunque trato de sobrellevarlo como puedo, pero no logro evitar que la actitud de mis semejantes me produzca un gran desconsuelo. El mundo se está llenando de enormes lianas, donde la humanidad corre el riesgo de perecer ahorcada. Avanzamos, sí, pero hacia nuestra destrucción.
Resumiendo. Poco queda que decir de la manifestación, excepto que volvió a ser un acto más de manipulación política. Allí no nos convocaron para gritar contra Zapatero, ni la congelación de las pensiones, ni la precariedad en el trabajo, ni contra el futuro incierto de nuestros jóvenes. Esa fue la excusa con la que los convocantes quisieron atraer a un sector de la población y aprovechar la ocasión para hacer campaña electoral. Se presentó la lista de candidatos a las municipales de Sevilla, en la que insisten en incluir al discutido Antonio Rodrigo Torrijos (al menos entre los votantes de izquierda), y poco más de sí dio la cosa.
Una vez más, la gente de izquierda sigue estando huérfana. Después se quejarán de que el personal se quede en casa y pase de política y de urnas.
A destacar, el incidente que originó un miembro del PCE y de IU, procedente de la provincia, cuando increpó a la dirección, minutos antes de comenzar la marcha, por los continuos pactos de la coalición con el PSOE, y les exigía que dejaran de hacerlo. Fue un momento de confusión y rigidez entre los dirigentes de la organización, pero todo quedó en ese conato, ya que el "izquierdoso" espontáneo fue apartado por el servicio de orden y los propios compañeros que iban con él.
Por otro lado está el nivel de degradación a la que ha llegado la clase trabajadora. Ya no es como antes, donde se aspiraba a vivir con los menos problemas posibles y tener lo suficiente para que la familia no pasara dificultades. Pero ahora, el trabajador está desclasado, coquetea a diario por esos mundos peligrosos del lumpemproletariado que el marxismo definió para referirse al obrero sin conciencia de clase y expuesto a la influencia de las ideas de los poderosos. Hoy, cualquier desgraciado que se precie, aspira a morirse, cuanto menos, asquerosamente rico. Ya no valen los viejos conceptos de intercambio, solidaridad, lucha, justicia; ahora sólo cuenta el vil metal, el acaparamiento, el derroche, la vulgaridad, y, aunque sabemos que nunca lo lograremos, el sólo hecho de imaginarnos multimillonarios, nos llena de ilusión, nos consuela y aquieta, pero nos hace unos auténticos borregos.
Cada día que vivo estoy más decepcionado con lo que veo a mi alrededor. Soy un espectador incómodo, molesto, para conmigo mismo y para los que me soportan. No me agrada el mundo que me rodea, aunque trato de sobrellevarlo como puedo, pero no logro evitar que la actitud de mis semejantes me produzca un gran desconsuelo. El mundo se está llenando de enormes lianas, donde la humanidad corre el riesgo de perecer ahorcada. Avanzamos, sí, pero hacia nuestra destrucción.
Resumiendo. Poco queda que decir de la manifestación, excepto que volvió a ser un acto más de manipulación política. Allí no nos convocaron para gritar contra Zapatero, ni la congelación de las pensiones, ni la precariedad en el trabajo, ni contra el futuro incierto de nuestros jóvenes. Esa fue la excusa con la que los convocantes quisieron atraer a un sector de la población y aprovechar la ocasión para hacer campaña electoral. Se presentó la lista de candidatos a las municipales de Sevilla, en la que insisten en incluir al discutido Antonio Rodrigo Torrijos (al menos entre los votantes de izquierda), y poco más de sí dio la cosa.
Una vez más, la gente de izquierda sigue estando huérfana. Después se quejarán de que el personal se quede en casa y pase de política y de urnas.
Cuanta razon tienes
ResponderEliminaramigo mio, yo estuve en el servicio de orden y he de decirle que miente cuando dice que se quitó de enmedio a un militante que recriminó pactar con el PSOE. Nadie presentó además su lista electoral, es usted uno de esos izquierdistas que van de puros pero la verdad es que usted es un gilipollas.
ResponderEliminarUsted mismo se descalifica...no se puede esperar menos.
ResponderEliminarUn saludo y cuidese el oído, no hay peor sordo que el que no quiere oir.
Manuel, no sé en que manifestación estuvo este señor. Que le pregunte a Centella y a Cayo Lara si lo oyeron.Y al final, en la Pza. de San Francisco, se habló de las municipales y se dirigió al público la número dos de la lista.
ResponderEliminarEl stalinismo sigue estando incrustrado en sus mentes, qué se puede esperar que diga.
Pediría por favor que quedara zanjada la controversia, y más encarecidamente que se eviten las ofensas, y mucho menos desde el anonimato, si no es así me veré obligado a suprimirlas. Podemos discrepar todo lo que querramos, pero con respeto.
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