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lunes, 9 de enero de 2012

"Año nuevo, vida nueva": El gran engaño de la humanidad





¿Dónde estoy? ¿Entro o salgo, me muevo o me ubico?
No sé quedarme quieto, haga lo que haga, siempre me dirijo a ningún sitio.
¿Qué digo? ¿Me piensan o existo?
¿Cuál es la diferencia entre vivir y ser vivido?
¿Cuál la de atrapar el espacio o ser arrollado por él mismo?
¿Vivimos el tiempo, o, tal vez, es éste el que nos transcurre?
En el mundo de los majaras, el loco es el más cuerdo. Está claro. O al menos, ellos no tratan de justificar su osadía.
Pero en el mundo de los hombres, el más coherente es la mascota de compañía. ¡Siempre dando a cambio de nada! Todo el rato mirando la tristeza de tu sonrisa.
Nos creemos de vuelta, cuando aún ni siquiera hemos emprendido el camino.
Somos lentos, perezosos y esquivos.
No tenemos salida. De nada sirvió la destrucción de Sodoma y Gomorra.
De nada sirvieron las plagas. De nada sirvió el diluvio.
Seguimos padeciendo las mismas carencias.
El hombre se autodestruye. El mundo se autoaniquila.
¿Qué queda más allá de la esquina?
¿Hay algo por lo que merezcamos ser salvados?
Nosotros mismos ponemos barreras a nuestras ilusiones.
Hacemos calendarios engañosos que no nos sirven para nada.
Marcamos el tiempo, con falsas estaciones donde no se baja nadie.
Inventamos absurdos relojes, inservibles calendarios, que no nos convencen, con el enfermizo afán de aprisionar en ellos a los querubines juguetones.
Disfrutamos, trazando fronteras sobre imaginativos países. Raya, punto, raya, punto... Desolación para los hombres.
Las rayas son el hambre. Los puntos, las balas que disparan los fusiles.
Con las fronteras –igual que ocurre con las puertas-, pensamos que nos protegemos, cuando lo único que hacemos es levantar una barrera de odio.
¿Queda algo al revolver la esquina?
De verdad, ¿existe alguna razón por la que merezcamos ser salvados?
¿Habrá un dios tan generoso que pueda aceptar nuestra maldad y nuestra agria soberbia?
Odio a los santones, a los profetas, a los tímidos, a los callados, a los “buenos”. Son un eufemismo inaceptable, un pozo ciego donde se acumula la bilis que más tarde vuelcan sobre los demás.
Prefiero a los “golfos”, a los estigmatizados, a los rebeldes, a los incomprendidos, y también a los locos. Al menos, estos no ocultan su maldad tras un halo de inocencia.
Me siento más cómodo entre ellos. Tienes la impresión de que nunca te traicionan.
Reivindico a Lord Byron, Jean Genet, Céline, Sartre, Henry Miller o Cortázar en la lectura. Giuseppe Arcimboldo, Murillo, Van Gogh o Goya en la pintura. Erik Satie, Mahler, Arvo Pärt, Jan Garbarek, Ian Anderson o Dylan en la música. A Chaplin, Lars Von Trier, Michel Haneke, los Monty Python o Michael Moore en el cine.
Me atrae su abismo. Ellos están lejos de la compresión de los iconoclastas y de los academicistas.
Pero lo que más rechazo produce es su atrevimiento a la transgresión, su ingenio, su manera de innovar, el descaro que supone, adelantarse en el tiempo y a ellos.

Golfos, asexuales, apóstatas de lo establecido, transformadores, visionarios, idealistas, transgresores, apostadores de las causas perdidas, son los que perfilan y hacen avanzar el mundo. Sin ellos –aunque a muchos les cueste aceptarlo-, el hombre aún caminaría encorvado y con taparrabos.
Mientras, el resto se escuda en la torre de sus mentiras.
Hablan de absurdos conceptos, como el de reinventarse, pero esto no es más que una falacia para huir de la realidad que les atosiga.
Quieren creer que con el cambio de año -que ellos han inventado-, es posible que surja un hombre nuevo, allí donde no hay terreno abonado.
Quieren pensar que el mundo será distinto, sólo por el mero hecho de desearlo.
Por unos segundos creen en la utopía del hombre nuevo, aunque ninguno se haya cuidado de regar el platón de los deseos.
No sé qué hago aquí.
Sigo teniendo mis dudas de si salgo o si entro.
¿A quién se le ocurrió hacernos tan diferentes y meternos en un mismo planeta?
¿Por qué no se ideó pequeños asteroides donde colocar en uno a todos los locos, en otro, a los los endemoniados, en el siguiente, a los engañados, en el de más allá, a los serviles, cercano a éste, el de los rastreros, y más alejado, uno para los visionarios, otro para los utópicos, etc.?

Año nuevo, vida nueva, quieren creer los ilusos.
... Y el mismo día 2 de enero cayó la primera víctima de violencia de género. Los niños siguen muriendo de hambre en África y, en Oriente Medio, las bombas suicidas siguen causando más muertos.
Obama, en Estados Unidos, continúa tensando la paz más allá de sus fronteras, y el Papa, desde el "Balcón de las bendiciones", en el Vaticano, imparte el "Urbi et orbi". Con ellos ya estamos seguros y salvados.

¡Por favor, que alguien pare el mundo, que quiero bajarme en la próxima parada!

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