Lo siento profundamente: por razones estrictamente higiénicas, el próximo 22 de mayo -día en el que se elegirán los ayuntamientos de todo el país, y también, la mayoría de los gobiernos autónomos- no iré a votar. Numerosos son los motivos que me impulsan a tomar esta determinación y hacer que estruje la inmaculada papeleta entre mis manos y, una vez hecha un gurruño, la arroje al cubo de la basura donde reposan apestosamente el resto de desperdicios.
Acepto que es una actitud ácrata, incívica, carente de espíritu democrático, destructiva, pero por su contundencia -no me lo podrán negar-, sé que es el acto que más enfada a esta corrompida casta de políticos profesionales. Es como encajarles un buen puntapiés en sus partes más púdicas y dolientes. Por lo tanto, renuncio a ejercitar ese día el festejado acto cívico que todos los interesados proclaman, ese cuestionado “derecho participativo” que esta enferma democracia permite a todo español mayor de edad, supuestamente en posesión de toda su capacidad mental, y con toda la naturalidad del mundo, me abstengo de colaborar en ese vergonzoso circo que cada cuatro años se celebra para engañar a la gente y hacerlas sentirse importantes, sólo por el mero hecho de haber introducido una papeleta en la urna.
Las razones están claras. Votar PP o PSOE es la misma cosa, y como aún sigo -a mi abultada edad, ¡qué sonrojo!- creyendo en la Utopía –ese territorio que jamás logramos conquistar, pero que al menos sirve para que nos movamos-, me resisto a participar en ese absurdo juego bipartidista que sólo nos lleva a ser jodidos indistintamente, unas veces por la derecha confesa, otras, por esa pandilla de neoliberales, disfrazados de socialdemócratas, que pugnan con los primeros por arrebatarles es estatus reaccionario que, por tradición, les corresponde a éstos.
Descartadas estas dos perniciosas y similares opciones, sólo me queda, en el mundo de la izquierda donde me posiciono, Izquierda Unida, ese ilusionante proyecto que Julio Anguita, un día, puso en marcha para aglutinar a todo aquel ejército antiotánico que andaba disperso, con bastantes ganas de pelear, pero carente de una organización política en la que poder integrarse y confiar. Pero como tal, esta coalición ha demostrado ser un verdadero fracaso. La única perspectiva que persiguen la mayoría de sus dirigentes es la de medrar en el pesebre del PSOE, o en su defecto, proporcionar la gobernabilidad a éste partido a cambio de un par de sillones y algunos coches oficiales, con lo cual, votar IU supone arriesgarse a que, con mi voto y el tuyo, pueda acceder a dirigir los Ayuntamientos de muchas localidades el peor enemigo de los trabajadores: el PSOE.
Una vez más, la izquierda sociológica de este país llega a una cita electoral huérfana de partido que la represente. Como no podemos caer en afectaciones burguesas, la única opción honrosa que nos queda es la de la Abstención... A la espera de que lleguen nuevos tiempos y una alternativa política que nos saque de nuestra hibernación frustrante.
De momento, el próximo 22 de mayo YO NO IRÉ A VOTAR, y que me perdonen los instigadores de esta farsa por mi falta de educación democrática. Lo que tengo claro es que yo no puedo votar a una lista electoral en la que estén incluidos políticos como Antonio Rodrigo Torrijos y los de su especie. Este no se comerá una mariscada más gracias a mi apoyo, ni volverá a hacer mutis mientras corren las bolsas de basura, llenas de billetes de quinientos euros, por las chabolas de los Bermejales, o se abstiene, para imposibilitar que se pueda crear una comisión de investigación municipal que aclare la corrupción de los ERES en Merca Sevilla, ni puedo consentir que una organización que presume de honradez –cuando los implicados son “los otros”- continúe teniendo en sus filas, y en lugar muy destacado, a un imputado por la venta fraudulenta de unos terrenos municipales, y que, además, tiene una segunda imputación judicial por el acoso a que está sometiendo a los trabajadores de Sevilla Global. ¡Vaya buen ejemplo de un supuesto hombre de izquierda!
Algunos miembros destacados de la coalición ya están pidiendo que la dirección expulse de las listas a estos individuos, pero ésta sigue haciendo oídos sordos, igual postura que tomó cuando denunciamos a este mismo político hace un par de años por el incumplimiento electoral que había hecho respecto al Parque Tamarguillo. Con esta actitud tolerante le hacen un flaco favor a la coalición y ponen en evidencia un flagrante ejercicio de torpeza política que nuevamente pagarán estrepitosamente en las urnas, cosa que ya viene sucediendo en cada cita electoral.
El PSOE no debe gobernar de nuevo en Sevilla gracias a los votos que la gente de izquierda depositamos en Izquierda Unida. Al menos, no con mi voto. Votar IU es igual que hacerlo por el PSOE. Al final, todo acaba en el mismo saco.
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