Los políticos deben tomarnos por lo que realmente parecemos: masa aborregada, gente indolente que ni sufre ni padece, escasos de los atributos cerebrales que nos diferencien de nuestros otros hermanos animales. De otra manera no se entiende la impunidad con la que estos mienten cada vez que tienen que comparecer a darnos explicaciones, o, más bien, a justificar su incapacidad administrativa.
Así, los que hacen un par de meses, desde la oposición, nos decían que tenían la varita mágica para solucionar los problemas del país en un pis, pas, y que la terrible crisis sólo se debía a la mala gestión del gobierno socialista, ahora, a escasos dos meses de acceder al poder dan la vuelta a la soflama golpista que mantenían, y cambian el texto del mensaje... Y donde dije Digo, digo Diego.
Pero ahí no queda la cosa. El miércoles pasado, en la primera comparecencia de Rajoy ante el Parlamento, éste nos sorprendía una vez más (la capacidad para asombrarnos de nuestros políticos no tiene límites) al pedir a la Cámara, y por repercusión a los ciudadanos, que le diésemos tiempo, tiempo que no le concedió a Zapatero, y que como todos ustedes saben, acaba hasta con la más grave enfermedad, aunque al final te mueras. El gran iluminado pide tiempo, como el boxeador medio grogui que sabe que sólo es cuestión de dejarlo pasar para no acabar noqueado.
También nos atemorizaba con el pronóstico laboral de 2012: subirá el paro (¿aún quedan empleados?) hasta una tasa vergonzosa del 25%, una cifra cercana a los seis millones de parados, con una sangría de dos mil parados al día.
¿Y para esto insiste en la reforma laboral? ¿No sería mejor obligar a crear empleo a los que lo están destruyendo? ¿Qué sentido tiene continuar con esta matraca, cuando está perfectamente claro que, con reformas laborales no se consigue reactivar el empleo y sí destruirlo? ¿No será que lo que hay detrás de todas estas reformas –y en esta provocada crisis- es la intención de despedir a los trabajadores que tienen en sus empresas, o a los que tienen sus amiguetes y familiares, por cuatro pesetas?
A mí, cada día me sorprenden menos, señores. Esto de que desde la oposición lo arreglen todo y que el único culpable sea el gobierno de turno, y cuando pasan a gobernar quieren la comprensión y la aquiescencia de todo el mundo, y a la inversa, los que nos cocieron a palos mientras gobernaban, ahora, cuando son oposición, afean a los que ostentan el poder, que impongan las mismas leyes que ellos establecieron, es más, hasta casi les atribuyen al nuevo ejecutivo, los desmanes que hicieron cuando se sentaban en el banco azul.
Pero he de reconocer que un grano no hace granero. Que mientras la sociedad española siga creyendo a pie juntillas a los políticos y a los distintos gobiernos de turno, poco vamos a solucionar. No podemos estar toda una legislatura desentendiéndonos de la Política –sí, con P mayúscula- que como ciudadanos nos corresponde afrontar, y más tarde, cuando surge el problema, en un arrebato de incongruencia, votamos al que está al lado, sin enjuiciar nuestro voto, y mucho menos valorar el gesto que hacemos, porque al final nos podemos ver abocados en el laberinto que llevamos padeciendo durante toda la democracia: votar siempre a los mismos, sin ningún escrúpulo, aunque éstos militen en partidos diferentes. Da lo mismo votar al PSOE que al PP. Son la misma tragedia. Al final, sus fines son similares: joder al trabajador beneficiando a los que más tienen, entre los que se encuentran, -no lo olvidemos jamás-, ellos mismos.
De verdad, con toda honradez ¿qué se ha arreglado con el cambio? El paro sigue creciendo; los sueldos van hacia abajos; las condiciones laborales, insufribles, no hay corazón que lo resista; los precios subiendo; los desahucios continúan; los ricos, cada vez más ricos, y los pobres aumentando; los jóvenes sin ilusión; los mayores malviviendo... De verdad, que alguien me lo diga ¿Alguien ha notado el cambio?
¿Os es que sólo votásteis para ajustarles las cuentas a los que tan mal nos gobernaron?
Pues si es así –que es lo que me temo-, prepárense señores, que de aquí a nada tendréis a otros “culpables” con los que poderos ensañar. Y mientras, la sociedad, el país, el mundo, va a la deriva, y en parte, gracias a vosotros, a los irascibles vengadores.
Así, los que hacen un par de meses, desde la oposición, nos decían que tenían la varita mágica para solucionar los problemas del país en un pis, pas, y que la terrible crisis sólo se debía a la mala gestión del gobierno socialista, ahora, a escasos dos meses de acceder al poder dan la vuelta a la soflama golpista que mantenían, y cambian el texto del mensaje... Y donde dije Digo, digo Diego.
- Ahora, por lo visto, la crisis es internacional, ya ha dejado de ser la consecuencia de un gobierno inepto.
- Congelar el salario mínimo es comprensible.
- Subir los impuestos, ahora que gobiernan, sí crea empleo, etc.
Pero ahí no queda la cosa. El miércoles pasado, en la primera comparecencia de Rajoy ante el Parlamento, éste nos sorprendía una vez más (la capacidad para asombrarnos de nuestros políticos no tiene límites) al pedir a la Cámara, y por repercusión a los ciudadanos, que le diésemos tiempo, tiempo que no le concedió a Zapatero, y que como todos ustedes saben, acaba hasta con la más grave enfermedad, aunque al final te mueras. El gran iluminado pide tiempo, como el boxeador medio grogui que sabe que sólo es cuestión de dejarlo pasar para no acabar noqueado.
También nos atemorizaba con el pronóstico laboral de 2012: subirá el paro (¿aún quedan empleados?) hasta una tasa vergonzosa del 25%, una cifra cercana a los seis millones de parados, con una sangría de dos mil parados al día.
¿Y para esto insiste en la reforma laboral? ¿No sería mejor obligar a crear empleo a los que lo están destruyendo? ¿Qué sentido tiene continuar con esta matraca, cuando está perfectamente claro que, con reformas laborales no se consigue reactivar el empleo y sí destruirlo? ¿No será que lo que hay detrás de todas estas reformas –y en esta provocada crisis- es la intención de despedir a los trabajadores que tienen en sus empresas, o a los que tienen sus amiguetes y familiares, por cuatro pesetas?
A mí, cada día me sorprenden menos, señores. Esto de que desde la oposición lo arreglen todo y que el único culpable sea el gobierno de turno, y cuando pasan a gobernar quieren la comprensión y la aquiescencia de todo el mundo, y a la inversa, los que nos cocieron a palos mientras gobernaban, ahora, cuando son oposición, afean a los que ostentan el poder, que impongan las mismas leyes que ellos establecieron, es más, hasta casi les atribuyen al nuevo ejecutivo, los desmanes que hicieron cuando se sentaban en el banco azul.
Pero he de reconocer que un grano no hace granero. Que mientras la sociedad española siga creyendo a pie juntillas a los políticos y a los distintos gobiernos de turno, poco vamos a solucionar. No podemos estar toda una legislatura desentendiéndonos de la Política –sí, con P mayúscula- que como ciudadanos nos corresponde afrontar, y más tarde, cuando surge el problema, en un arrebato de incongruencia, votamos al que está al lado, sin enjuiciar nuestro voto, y mucho menos valorar el gesto que hacemos, porque al final nos podemos ver abocados en el laberinto que llevamos padeciendo durante toda la democracia: votar siempre a los mismos, sin ningún escrúpulo, aunque éstos militen en partidos diferentes. Da lo mismo votar al PSOE que al PP. Son la misma tragedia. Al final, sus fines son similares: joder al trabajador beneficiando a los que más tienen, entre los que se encuentran, -no lo olvidemos jamás-, ellos mismos.
De verdad, con toda honradez ¿qué se ha arreglado con el cambio? El paro sigue creciendo; los sueldos van hacia abajos; las condiciones laborales, insufribles, no hay corazón que lo resista; los precios subiendo; los desahucios continúan; los ricos, cada vez más ricos, y los pobres aumentando; los jóvenes sin ilusión; los mayores malviviendo... De verdad, que alguien me lo diga ¿Alguien ha notado el cambio?
¿Os es que sólo votásteis para ajustarles las cuentas a los que tan mal nos gobernaron?
Pues si es así –que es lo que me temo-, prepárense señores, que de aquí a nada tendréis a otros “culpables” con los que poderos ensañar. Y mientras, la sociedad, el país, el mundo, va a la deriva, y en parte, gracias a vosotros, a los irascibles vengadores.
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