Microrrelato: ¿literatura o divertimento?
Narrativa o entretenimiento;
democratización o vulgarización de la literatura. Denostado por pocos y
defendido por la mayoría, el microrrelato está de moda y las redes sociales
tienen mucha culpa
POR CRISTINA MARTÍNEZ
“Hace días que llueve a cántaros. Y
la gata se comió el último grillo que nos mantenía despiertos”. Estas 18
palabras proporcionaron a María Soledad Uranga los 7.000 euros del Premio
Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra en 2010. Es decir, 389 euros
por cada uno de los términos que la autora utilizó para contar esta pequeña
historia. Puede parecer exagerado o una exquisitez narrativa. El caso es que el
microrrelato, término que por cierto no está reconocido por la Real Academia de
la Lengua, se ha convertido en una opción literaria tanto para escritores como
para lectores en una sociedad en la que prima la inmediatez, la escasez de
tiempo y, sobre todo, el acceso a las nuevas tecnologías móviles. Y es que leer
en un dispositivo electrónico mientras se va en autobús o en un momento de
descanso en el trabajo ha propiciado que la brevedad se valore como un preciado
bien: una historia que empieza y acaba en, como mucho, dos párrafos de texto.
Llega el fin y se pasa a otra cosa, no hay continuidad ni hilo argumental que
retomar.
Si el término es nuevo, no se puede decir lo mismo del género. Es cierto. Ya en
la Edad Media hay muestras de esta práctica y autores del XIX y XX incluso
hacían competiciones para medir su ingenio. Lo que ocurre es que ahora, en este
momento, la situación es la más propicia para que haya subido como la espuma.
Han salido autores por todas partes y medios; blogs que dan las coordenadas
necesarias para que alguien se convierta en un "microrrelatero" de
pro y que ofrecen la posibilidad de publicar tus textos; concursos literarios
de este género, el de mayor dotación y mencionado antes, con 7.000 euros para
el ganador, y también, muchos lectores ávidos de consumir menos pero más a
menudo.
"Es una forma de animar a la gente a escribir y de manera muy accesible,
algo que es de agradecer en estos tiempos". Lo dice el catedrático de
Literatura de la Universidad de Alicante Juan Antonio Ríos Carratalá que ve en
la falta de tiempo uno de los secretos de su auge. "Es difícil conseguir
que un lector pase mucho tiempo consumiendo una obra literaria, así que si
disfruta cinco minutos pues es bueno, lo ideal es que tenga curiosidad por esa
literatura, que por otro lado no es nueva. Todo el siglo XX está lleno de
ejemplos de autores que lo utilizaban, incluso Jardiel Poncela hablaba de la
necesidad de ser breve como obligación".
Los alicantinos Rosa Pastor y Bruno Francés son escritores y, entre otras
cosas, escriben microrrelatos. Pastor ganó el II Concurso Internacional de
Microrrelatos del Museo de la Palabra de Quero, dotado con 7.000 euros, con La
sopa. "Yo creo que tienen el mismo valor literario aunque no tiene el
mismo trabajo ni la misma estructura, pero hay que transmitir en dos frases una
historia con un par de personajes, una trama y un desenlace que debe ser
sorpresivo, que es lo que a mí me gusta y lo que me estimula como
escritora". Considera que esta "moda" se debe por un lado a la
dificultad del autor para publicar y por otro a la "facilidad que te proporciona
para hacerlo Internet porque la sensación de que te lea alguien es
fundamental" y además te ofrece "el espejismo de que eres escritor y,
bueno, a mí me parece bien".
Bruno Francés, ganador del Concurso de Microrrelatos de INFORMACIÓN con "Qué
mujer", achaca a las nuevas tecnologías su auge. "Lo veo como literatura
porque es contar una historia, aunque más cercano a la poética que a la
narrativa". En su opinión, "su difusión es más por la red, no lo veo
en soporte de papel". En cuanto a su escritura, cree que "hay que saber
sintetizar, que suene bien y que sea una historia, y la dificultad es
mayor". El problema es que "yo he leído muchos y la gente suele caer
en la anécdota en vez de contar una historia, porque se piensa que vale todo.
Todo el mundo es bueno para dar sus ideas, pero no todo el mundo es
escritor".
Como literatura sin dudar lo define el también catedrático de la UA Miguel
Ángel Lozano, "aunque no es nada nuevo". En su opinión, "es un
género estimable porque no importa la extensión, importa la solidez del texto,
que puede ser de cinco líneas o de quinientas páginas". Además, importa
que aquello "irradie sentido, que sorprenda o por el ingenio o por la
capacidad lírica. Una frase ingeniosa es buena literatura".
Premio Nacional de Literatura en 2000, entre otros galardones, y poeta,
Guillermo Carnero lo tiene claro. "Es el resultado de la falta de tiempo;
hoy es muy difícil leerse “En busca del tiempo perdido” de Proust o “La
comedia humana de Balzac”. Ahora la gente lee "a salto de mata" y
el microrrelato "para un lector es algo inmediato y para un escritor puede
ser el germen de un relato largo o de una novela".
"Es el cuento más pequeño que se puede escribir, cuanto más pequeño mejor,
y lo que tiene que hacer es impactar al lector". Rafael González, escritor
y jurado en el concurso de microrrelatos que organizaba la UA, cree que
"tienen que ser una imagen, una impresión y por eso me gustan".
"Es un género que tiene que ver con esta sociedad fugaz que apenas nos
deja tiempo para detenernos y un microrrelato te sacia, mientras que leer un
capítulo de una novela te deja con ganas de más".
Al escritor Mariano Sánchez Soler, que también ha sido jurado del concurso de
la Universidad de Alicante, le gusta este género. "Existe en toda la
historia de la literatura, pero lo estupendo ahora es que Internet y los medios
de comunicación han dado salida a esta vertiente literaria; Hemingway tiene
algunos increíbles, incluso había apuestas entre escritores en los años 30 y
40". Afirma que "hay gente que piensa que la novela del futuro se
parecerá más a un guión cinematográfico", por eso el microrrelato tiene
este auge "porque la literatura se ha hecho imagen y en el microrrelato
está la necesidad de transmitir cosas y emociones de forma inmediata".
Para el también escritor José Luis Ferris, "es una manera de hacer
lectores; hay mucha gente que ha entrado en la literatura por los microrrelatos
que son pequeñas cucharadas de lo que es la literatura, pero cucharadas
intensas". En su opinión, responden a la sociedad actual "que tiene
como factor esencial la prisa, y estos textos los puedes leer en el
autobús".
Microescritores
Una de las puertas que abre el microrrelato es la de la socialización de la
tarea del escritor. Todo el mundo se siente como tal porque parece un género
fácil de elaborar. Ríos Carratalá afirma que "tengo la sospecha de que hay
más escritores que lectores ahora mismo; todo el mundo puede escribir, que
tenga más o menos difusión es lo de menos, lo importante al final es que la
gente tenga contacto con la literatura y que cree algo, en un microrrelato, en
un tuit o en una novela". Sin embargo, "lo que observo es que bajo el
epígrafe de microrrelatos hay frases, greguerías, anécdotas y para que sea un
microrrelato tienen que tener una historia, con planteamiento, nudo y
desenlace".
Para Lozano, "eso ha pasado siempre porque yo me he encontrado gente que
se pone a escribir poesía y es un fracaso, aunque él no lo crea, pero no es eso
lo que constituye su sentido". El hecho es que "al ser breve puede
parecer que la escritura es más fácil y eso puede incitar a que la gente lo
haga".
"Esto también pasa con la poesía o el teatro express o los monólogos
cortos", afirma González. "Para escribir una novela de 300 páginas no
todo el mundo se siente capacitado, pero un microrrelato todo el mundo cree que
puede hacerlo, aunque es más una moda".
Sánchez Soler se muestra a favor de que la gente "lea y escriba".
Otra cosa es "ir más allá en la literatura, algo que conlleva mucho
esfuerzo". "Cuando se democratizan determinadas ocupaciones, se
masifica y luego hay que distinguir entre lo bueno y lo malo". "Lo
que es cierto es que nunca se ha escrito tanto como ahora, gracias a Internet,
los mail, Facebook y Twitter, lo que ocurre es que una cosa es escribir como pasatiempo
y otra que te lo plantees como algo complejo porque a escribir se aprende
escribiendo y leyendo".
"Gente que sabe que en su vida no va a publicar una novela tiene la
oportunidad de ser escritor por un día", afirma Ferris, "aunque no
todo el mundo que escribe tiene que ser escritor", pero ahora "hay
una democratización absoluta de la expresión literaria, luego serán los
lectores los que mostrarán si eres bueno o no".
El tamaño no importa
Uno de los temas de debate en torno al microrrelato se centra en su calidad
literaria y la dificultad de su escritura. "La brevedad a veces es más
exigente que la extensión", dice el profesor Ríos Carratalá. "En este
género, un escritor necesita autoexigirse mucho, es como cuando un director de
cine tiene que hacer un anuncio, hay que ser muy preciso".
Miguel Ángel Lozano destaca la utilidad de este género para mejorar el uso del
lenguaje. "Tienes que expresar un pensamiento y para ello tienes que
buscar las palabras exactas y eso es un trabajo de habilidad, de conjugar unas
palabras con unas ideas". Al escritor, "le obliga a pensarlo, a
releerlo, a retocarlo... es un ejercicio literario muy meritorio para su
desarrollo".
Carnero asegura que "si hay poemas en prosa ¿por qué no va a haber
microrrelatos? En la medida en que la brevedad signifique intensidad me parece
que está bien porque eso aproxima este género al poema en prosa".
Considera que "puede ser una convergencia de la poesía hacia la prosa, es
una cuestión de extensión y el concepto de literatura no está relacionado con
la extensión porque puede haber literatura en una línea y no haberla en 20
volúmenes".
Para Rafael González este género no es fácil, "porque quintaesenciar algo
y causar una emoción es lo más difícil que se puede hacer, por eso no hay tan
buenos poetas como poetas dicen que son, ni tampoco tan buenos autores de
microrrelatos como ellos creen". Y es que "para el autor es un
ejercicio de estilos y de síntesis literaria, cuando está bien hecho claro,
porque incluso Monterroso tiene algunos buenos y otros no. Casi me parece más
complicada y laboriosa la síntesis que la extensión".
Sánchez Soler cree que "es muy difícil porque tienes que coger la esencia
literaria" y destaca que "una cosa es escribir y otra hacer
literatura, que es la propia opción del autor de leer y escribir mucho, de
complicarse la vida, de investigar y de querer transmitir algo", porque un
microrrelato "no es una cosa cortita con pocas palabras, tiene que contar
una historia y tener ese aspecto de incluir lo que se dice pero sin decirlo".
"Es un macroesfuerzo para hacer una microhistoria porque es muy difícil
condensarla en tan poco espacio, incluso hay grandes escritores que no saben
hacerlo", afirma José Luis Ferris. En su opinión, "la lengua se ha
degradado mucho, pero es verdad que en el momento en que cuelgas algo en la red
te van a bombardear si tienes fallos y eso hace que la gente esté aprendiendo
mucho a nivel lingüístico".
La red como editorial
La proliferación de blogs y la ventana "editorial" de Internet ha
facilitado sin duda la difusión y proliferación de autores y de lectores. En
este sentido, Ríos Carratalá considera que es un género ligado a las redes
sociales. "Es muy fácil difundir los textos y publicarlos, pero no hay que
ser apocalíptico en este sentido sino admitirlo como algo del presente porque
se puede hacer una novela de 500 páginas y al mismo tiempo escribir
microrrelatos; también el lector tiene ahora esa opción de elegir qué quiere o
qué puede leer, el problema sería si la gente dejará de leer normales en el
estilo clásico por leer microrrelatos, pero creo que eso no sucederá".
Lozano coincide en la facilidad de publicar en la red. "Ahora es muy fácil
tener la difusión de un microrrelato y la eficacia está en que lo lees en un
golpe de vista, lo abarcas enseguida y como acto de espontaneidad psicológica
pues hace que se lea".
Las redes sociales, para Rafael González, "democratizan mucho pero el
talento por desgracia lo tienen unos pocos y nada más, y con el tiempo quedarán
los microrrelatos, novelas o poemas que sean buenos, las que no lo son, pasarán
al olvido".
Sobre este tema, el escritor Mariano Sánchez Soler afirma que es la revolución
tecnológica "la que ha propiciado esto" porque influye en su
proliferación la facilidad con que se puede "publicar" en la red.
"Ahora la literatura se ha hecho movimiento, rapidez y eso tiene mucho que
ver con la juventud y su forma de entenderla".
(Artículo publicado en el diario Información.es de Alicante,
el 26 de enero 2012)