Para ir abriendo el apetito, empezaremos con un aperitivo sustancioso, digestivo y refrescante. Se trata de un poema de Angel Gonález, elaborado y cocinado donde se trabajan las buenas recetas: en el horno del alma.
Luego, para añadir más suavidad y sabor al bocado, oiremos el mismo poema cantado por Pedro Guerra, uno de los cantautores que mejor saben combinar el verbo con la guitarra, en la que también oiremos la voz del propio poeta recitando.
Un verdadero lujazo, si tenemos en cuenta que se trata tan sólo de un aperitivo.
Disfrútenlo.
Me basta así
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría (a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio,
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
Luego, para añadir más suavidad y sabor al bocado, oiremos el mismo poema cantado por Pedro Guerra, uno de los cantautores que mejor saben combinar el verbo con la guitarra, en la que también oiremos la voz del propio poeta recitando.
Un verdadero lujazo, si tenemos en cuenta que se trata tan sólo de un aperitivo.
Disfrútenlo.
Me basta así
Si yo fuera Dios
y tuviese el secreto,
haría un ser exacto a ti;
lo probaría (a la manera de los panaderos
cuando prueban el pan, es decir:
con la boca),
y si ese sabor fuese
igual al tuyo, o sea
tu mismo olor, y tu manera
de sonreír,
y de guardar silencio,
y de estrechar mi mano estrictamente,
y de besarnos sin hacernos daño
-de esto sí estoy seguro: pongo
tanta atención cuando te beso-;
entonces,
si yo fuese Dios,
podría repetirte y repetirte,
siempre la misma y siempre diferente,
sin cansarme jamás del juego idéntico,
sin desdeñar tampoco la que fuiste
por la que ibas a ser dentro de nada;
ya no sé si me explico, pero quiero
aclarar que si yo fuese
Dios, haría
lo posible por ser Ángel González
para quererte tal como te quiero,
para aguardar con calma
a que te crees tú misma cada día,
a que sorprendas todas las mañanas
la luz recién nacida con tu propia
luz, y corras
la cortina impalpable que separa
el sueño de la vida,
resucitándome con tu palabra,
Lázaro alegre,
yo,
mojado todavía
de sombras y pereza,
sorprendido y absorto
en la contemplación de todo aquello
que, en unión de mí mismo,
recuperas y salvas, mueves, dejas
abandonado cuando -luego- callas...
(Escucho tu silencio,
Oigo
constelaciones: existes.
Creo en ti.
Eres.
Me basta).
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