Hacía tiempo que no se presenciaba un acto tan emotivo y lleno de nostalgia reivindicativa y reivindicadora. Caballero Bonald se merecía este homenaje. Primero, por desagravio. No es posible que una de las mejores plumas del país haya sido vetado en un par de ocasiones para ocupar una plaza en esa antigualla de la Real Academia de las Letras (igual le ocurrió al mejor escritor de la última mitad del siglo XX, Paco Umbral, que también fue castigado por no ser “ políticamente correcto” ), donde se dio el caso sangrante de ser rechazado, a pesar de ser el único candidato presentado, y donde “escritores tan relevantes” como Cebrián, Muñoz Molina y Pérez Reverte tienen uno, gracias a sus “coherencias” ideológicas y a sus afinidades políticas con el partido en el poder.
Lo importante es que José Manuel se encontró a gusto (materia esencial que necesitan los buenos cantaores para que nos den una buena noche de arte) y que allí intervinieron deleitándonos con su cante (como en los viejos tiempos) el “desaparecido” Manolo Gerena, José Mercé y escritores de la talla de Luis García Montero y Felipe Benítez Reyes (compañeros de “fatiga” en el difícil entramado de la cultura y de los fiestorros playeros), entre otros muchos, que reivindicaron también “el sueño de la unidad entre el trabajo y la cultura” en una situación como la actual, donde existe una separación tan abismal “entre la España oficial y la real”. También se leyeron comunicados de adhesión de Juan Ramón Capella, Eduardo Mendicutti y Marcos Ana (la gente prorrumpió en un gran aplauso al oír su nombre).
Se puede estar mayor, pero no declarado en ruina ideológica, como penosamente les ha pasado a muchos “intelectuales y artistas”. Envejecer nos permite tener una percepción más centrada y fría de la vida, no un retroceso cerebral. Ya sé que a algunos les ataca, con la edad, el parkinson, pero esto no te impide renegar de lo que fuiste- en un tiempo. Es falso el manido concepto que acuñaron los reaccionarios de que evolucionar supone abandonar los principios que un día te motivaron, y pasarte a la bancada de los opuestos, los contrarios, sin que el duodeno se te retuerza en un gesto de incomprensión. Y esto es lo que han hecho algunos, por eso, no le perdonan a este “compañero de viaje” con un toque burgués, que se haya mantenido firme e inalterable.
No quiero acabar este post sin citar una de las frases que dirigió Bonald en su intervención: “La literatura es un proyecto justiciero. Con ella, me defiendo de todo lo que me ofende y me subleva”. Nunca mejor dicho una idea con tan escasas palabras. Salud y muchos años, Pepe, para seguir escribiendo, opinando y fastidiando a los que no conectan con tu manera de entender el mundo.