YA NO HAY LOCOS
Ya no hay locos, amigos, ya no
hay locos. Se murió aquel manchego, aquel estrafalario fantasma del desierto
y... ni en España hay locos. Todo el mundo está cuerdo, terrible,
monstruosamente cuerdo.
Oíd... esto,
historiadores... filósofos...
loqueros...
Franco... el sapo iscariote y
ladrón en la silla del juez repartiendo castigos y premios,
en nombre de Cristo, con la
efigie de Cristo prendida del pecho,
y el hombre aquí, de pie, firme,
erguido, sereno,
con el pulso normal, con la lengua
en silencio,
los ojos en sus cuencas y en su
lugar los huesos...
El sapo iscariote y ladrón
repartiendo castigos y premios...
y yo, callado, aquí, callado,
impasible, cuerdo...
¡cuerdo!, sin que se me quiebre
el mecanismo del cerebro.
¿Cuándo se pierde el juicio? (yo
pregunto, loqueros).
¿Cuándo enloquece el hombre?
¿Cuándo, cuándo es cuando se enuncian los conceptos
absurdos y blasfemos
y se hacen unos gestos sin
sentido, monstruosos y obscenos?
¿Cuándo es cuando se dice por
ejemplo:
No es verdad. Dios no ha puesto
al hombre aquí, en la Tierra,
bajo la luz y la ley del universo;
el hombre es un insecto
que vive en las partes
pestilentes y rojas del mono y del camello?
¿Cuándo si no es ahora (yo
pregunto, loqueros),
cuándo es cuando se paran los
ojos y se quedan abiertos, inmensamente abiertos,
sin que puedan cerrarlos ni la
llama ni el viento?
¿Cuándo es cuando se
cambian las funciones del alma y los resortes del cuerpo
y en vez de llanto no hay más que
risa y baba en nuestro gesto?
Si no es ahora, ahora que la
justicia vale menos, infinitamente menos
que el orín de los perros;
si no es ahora, ahora que la
justicia tiene menos, infinitamente menos
categoría que el estiércol;
si no es ahora ... ¿cuándo se
pierde el juicio?
Respondedme loqueros,
¿cuándo se quiebra y salta roto
en mil pedazos el mecanismo del cerebro?
Ya no hay locos, amigos, ya no
hay locos. Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario fantasma del
desierto
y... ¡Ni en España hay locos!
¡Todo el mundo está cuerdo,
terrible, monstruosamente cuerdo!...
¡Qué bien marcha el reloj! ¡Qué
bien marcha el cerebro!
Este reloj..., este
cerebro, tic—tac, tic—tac, tic—tac, es un reloj perfecto...,
perfecto, ¡perfecto!
(De "Vamos...", 1975, edición no venal)