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lunes, 7 de noviembre de 2011

Debate electoral: La constatación del bipartidismo en España


Yo seré uno de esos indeseables que esta noche, repitiendo lo que ya se ha transformado en una tradición en Noche Buena, apagarán la tele y la radio para no ver ni escuchar el fraude de debate electoral que pretenden colarrnos. Por narices quieren convertirnos en un remedo de la política que se desarrolla en EE.UU, o sea, la alternancia en el poder de dos partidos similares, uno, de centro izquierda (el PSOE, que no entiendo por qué continúa insistiendo en “apellidarse” como socialista y, peor aún, obrero), el otro, de centro derecha (el PP), estas escasas diferencias sólo en el argumento, en el palabrerío, pero semejantes en la practica.
“Por sus hechos los conoceréis”, y nunca estuvo más acertada la expresión porque, en definitiva, las actitudes, los resultados, las obras, son las que específicamente nos califican. Que Rajoy y Rubalcaba son la misma cosa, está más que demostrado. Ninguno está por calar, son melones dados a probar. El primero hace algunos años, cuando ocupó varias carteras ministeriales en los gobiernos de Aznar, y el segundo, como ministro de todas las cosas en los gobiernos de Felipe González y hace poco, en el del “iluminado” Zapatero.

Otra razón, determinante, para no colaborar en este esperpento antidemocrático, es el ninguneo y desprecio que se le hace al resto de formaciones políticas que tienen un fuerte respaldo electoral y mucho que contradecir a las propuestas que ofrezcan estos dos partidos de derechas. El debate quedará convertido en una retahíla de falsas alternativas económicas y sociales y de insanas acusaciones, pero se echarán de menos las alternativas que, desde la izquierda, pueda realizar algún miembro de ésta, y cuando digo de izquierdas, no me estoy refiriendo al PSOE.
Llevamos casi dos años de precampaña electoral, precampaña que se ha intensificado desde que, a finales de julio, Zapatero anunció –después de haber negado mil veces (igual que hizo con la crisis) que no adelantaría las elecciones- la fecha del 20 de noviembre para la nueva cita con las urnas. Desde entonces, la contaminación televisiva, radiofónica y de prensa escrita sobre los dos candidatos de la derecha es alarmante. España se ha convertido, por arte de los “periodistas” a sueldo de los dos grandes partidos, en un estadio de fútbol donde solo juegan dos únicos equipos. Da miedo abrir el periódico, ver la televisión o escuchar la radio, por temor a que estos alienígenas que pululan por los “desinformativos” y tertulias, terminen contagiándote su malaleche, porque al principio de este invento (las tertulias), hace ya unos buenos años, aún sabían comportarse y aparentar como que eran independientes, pero de un tiempo acá, ya ni se molestan en guardar las formas. Todas las tertulias están constituidas de la misma forma: un moderador que no modera, que participa más que los propios tertulianos, y que, dependiendo de la desviación lateral que padezca, así arrimará el ascua a la sardina que le paga; dos o tres tertulianos del bando de centro derecha y otros dos o tres del bando de centro izquierda, y a publicitar todas las bondades que poseen sus líderes y sus partidos, algunos con tanta vehemencia que ponen en peligro la integridad física del contrario.

Pero si hay una razón de peso para apagar todos los aparatos, ella es que ya estoy “jarto”. “Jarto” de ver con qué impunidad nos mienten (Rubalcaba es un capeón. ¡Mira que proponer ahora cosas que votó en contra en el Parlamento, hace tan sólo unos días! Rajoy un zorro. Calla, esperando la victoria, para multiplicar por dos, por tres, los recortes sociales que tanto ha criticado que impusiera su partido hermano), y el pueblo sin un gesto de rebeldía. Me desanima comprobar cómo cada día, cada mes, cada año, son más los trabajadores que se desclasan y defienden a estos partidos antisociales y antiobreros. Jamás he logrado comprender cómo un currante puede votar a un partido de derechas. Pasan del PP al PSOE, del PSOE al PP, como quien va de "viacrucis" bodeguero.
Por desgracia, es algo que está ocurriendo cada vez con más frecuencia. El trabajador solo se acuerda del partido de izquierdas cuando tiene conflictos laborales, es cuando recurre a él para que lo “salve”, luego, cuando ha salido del agujero, cuando sus problemas se han resueltos, a votar otra vez a los que lo ha puesto en esa tesitura.

Y para aumentar la “jartura” –y ya acabo-, los casi 500.000 euros que va a costar la fiesta. La verdad es que muchos no lo entendemos. Los artistas (Mariano y Rubalcaba) actúan gratis; el moderador, Manuel Campo Vidal (hablando de periodistas, aquí tenemos un buen ejemplo de apesebrado: de maoísta en los tiempos de militancia en Bandera Roja, miren ahora qué buenos platos le sirve a la élite “socialista” cuando la entrevista), tampoco cobra; los cronometradores del tiempo, tampoco, son voluntarios del baloncesto; los técnicos de cámaras, sonido, iluminación, etc., pertenecen a TVE; el espacio -el Palacio de Congresos de Madrid- está cedido, con lo cual ¿alguien me puede aclarar en qué se van a gastar esos más de 80.000 de pesetas? Para los tiempos que padecemos, en verdad que es otra más de las contradiciones de nuestros políticos: mientras que ellos nos exigen apreturas, por otra parte despilfarran el dinero que nos quitan a nosotros.

Como pueden comprobar, tengo razones justificadas para que esta noche, nada más que acabe de tomarme el yogur, me meta en la camita, coja un buen libro y estaré leyendo hasta que Morfeo acabe con mi intransigente resistencia. Mañana, pasado, y el otro, como en el fútbol, nuestros mortificantes periodistas nos darán su parcial cuenta de los resultados. Los dos habrán ganado. Los dos estarán convincentes. Y es que, cuando la masa se deja transportar, se diga lo que se diga, se mienta lo que se mienta, el éxito está asegurado. Que ustedes lo digieran bien.

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