Aracena es una bella localidad enclavada dentro del Parque Natural “Sierra de Aracena y Picos de Aroche”. Destaca por su situación estratégica (es uno de los primeros pueblos relevantes –si lo visitamos desde Sevilla- que nos encontramos), económica (sobresale la industria del cerdo ibérico), pero, sobre todo, lo que la diferencia de las demás del entorno, es por su importancia turística, ya que, además del interés paisajístico que despierta, se une también el que supone la existencia en sus entrañas de una magnífica cueva, (“La Gruta de las Maravillas”) y la belleza de su casco urbano, regado con una exquisita arquitectura religiosa, civil y popular, que lo hace determinante.
Este fin de semana hemos vuelto a visitarlo. Si las razones esgrimidas anteriormente no fuesen suficientes para hacerlo, se ha añadido, además, el que celebraba las Jornadas Micológicas que todos los años por estas fecha realizan. Y como es lógico, no lo hemos pensado dos veces y nos hemos plantado allí, la emoción de probar las primeras setas de la temporada es una excusa suficiente.
Es bien cierto que, para los que conocemos el pueblo, no nos resulta difícil seguir degustándolas el resto del año, hay establecimientos donde no les falta nunca este delicioso manjar, es el caso concreto del “Bar Sirlache”, pero la ocasión de saborear las primeras, unido al fenomenal ambiente que esta actividad despierta en el pueblo, genera un aliciente especial en nuestra motricidad que hace que no podamos resistirnos.
El tiempo ha respondido. No ha llovido, el sol no ha molestado y la temperatura ha sido excelente para andar por la sierra. En definitiva, la jornada no ha podido ser más positiva: después del impasse impuesto por el verano, hemos retomado nuestras caminatas por el monte, hemos comido las primeras setas de la temporada y bebido los primeros mostos de la sierra en “El Rincón de Juan”, el de ésta semana, de Arroyomolinos de León (localidad serrana de la provincia de Huelva), y para colmo de la suerte, hemos logrado coger dos buenos cestos de gallipiernos, ¿alguien puede pedir más?
Estas son algunas de las imágenes de la jornada. Deben perdonar la escasa calidad de éstas, pero lo cerrado del día hacía imposible captarlas con mejor nitidez.
Fachada de la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, construida entre el siglo XIII y XIV, en estilo gótico-mudéjar, por la orden de los Templarios. Su aspecto exterior es el de una iglesia-fortaleza, estilo que caracterizaba a esta orden de monjes guerreros.
Torre de la iglesia de los Dolores, situada en la parte norte de ésta, junto al ábside. Es de clara influencia almohade -probablemente sería el alminar de la antigua mezquita andalusí que se hallaba en el lugar que hoy ocupa la iglesia templaria- recordándonos a su hermana sevillana, la Giralda. Su fachada está compuesta por tres frisos, el primero de ellos formado por dos arcos ojivales, y los otros dos restantes, por dos paños de bellísima sebka, ¡auténtica filigrana almohade! Es una pena que no se conservara -como ha ocurrido en Almonaster la Real-, la antigua mezquita mudéjar, ya que, a la vista del alminar, podemos imaginar la belleza que encerraría esta desaparecida construcción.
Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, comenzada en el siglo XVI; hasta que en 1996 se concluyó definitivamente. Es de estilo renacentista y en su construcción colaboraron entre otros arquitectos, Diego de Riaño, Juan de Calona, Hernán Ruiz II, Vermondo Resta, Pedro de Silva y Matías de Figueroa, entre otros.
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