La democraciano no cala en estos individuos, por eso ellos solucionaron la imposición de su régimen con la efectiva "terapia" de los fusilamientos.
Han pasado casi cuarenta y un años de la muerte del
dictador. Los políticos dijeron que entrábamos en una nueva etapa y que si
queríamos la democracia, todos teníamos que ceder para conseguirla. Y los
familiares de las víctimas se lo creyeron y escondieron sus pañuelos para que
nadie se sintiera ofendido por su llanto. Los represaliados ocultaron sus
heridas para que la visión de las cicatrices no imposibilitara la empresa.
Y así, día tras día, mentira tras mentira, la democracia se
fue levantando sobre la espalda de los “perdedores”, a costa de dejar tirado en
el camino montones de ilusiones. Algunos de los “vencedores” entendieron que
para seguir mandando era necesario aceptar "algún cambio", y se apuntaron
al circo de la democracia y –¡paradojas de la vida!-, a dar lecciones de ella.
Con el paso del tiempo se vio que el invento fue un engaño:
la democracia falló y –como Lampedusa predijo-, prácticamente siguen mandando
los mismos y recordándonoslo de vez en cuando.
Este es el ambiente en un nostálgico restaurante de la muy franquista Galicia. ¿Consentirían
algo semejante en Alemania?
Lo peor de todo es que mientras estos seres antidiluvianos se llenan de ácido úrico atiborrándose de mariscos, los huesos de los defensores de la democracia siguen pudriéndose en inmerecidas cunetas. El cuento de la democracia es muy bonito, pero yo sigo sin creérmelo.
Lo peor de todo es que mientras estos seres antidiluvianos se llenan de ácido úrico atiborrándose de mariscos, los huesos de los defensores de la democracia siguen pudriéndose en inmerecidas cunetas. El cuento de la democracia es muy bonito, pero yo sigo sin creérmelo.
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