Si hay un símbolo que representa a este otrora arrabal de Sevilla, el más destacado, sin temor a equivocarme, es el puente de Isabel II, nombre por el que casi nadie lo conoce y al que la practicidad local llamó "Puente de Triana", y problema solucionado. Quizás sea el único puente de hierro que queda en el mundo. Su hermano gemelo, el del Carrousel, sobre el río Sena, fue demolido a comienzos del siglo XX.
Su construcción se inició en 1845, siendo los encargados del proyecto los ingenieros franceses Gustavo Steinacher y Fernando Bernadet, finalizando en 1852. Los materiales empleados en su ejecución fueron piedra en los pilares y piezas de hierro fundidas en los talleres de los hermanos Bonaplata. En 1976, fue declarado Monumento Histórico Nacional. Hasta entonces, el arrabal estuvo comunicado con Sevilla por un puente de barcas que el califa Abu Yacub Yusub mandó construir en 1171 y que duró más de siete siglos, reparaciones incluidas, claro.
Imagen de Sevilla tomada bajo el Puente de Triana. Al fondo, cúpula de la capilla de Nuestra Señora del Rosario, anexa a la plaza de toros, y remate final de la Giralda
La Triana de ayer y de hoy se dan la mano: calle Castilla coronada con la Torre Pelli
Espacio para hacernos recapacitar hasta dónde puede llegar el grado de intolerancia religiosa de los hombres
Capilla del Carmen, construida en 1928 por Aníbal González. A su izquierda, el ignominioso castillo de San Jorge, lugar en que, en nombre de la fe y la religión, se cometieron crímenes contra la humanidad
Vista de Sevilla y la calle Betis, desde el Altozano trianero. Al fondo, en primer plano, la "Torre del Oro"; junto a ella, las dos torres de la Plaza de España
Sevilla desde la calle Betis
Barcaza y piraguas navegando por el Guadalquivir. En la parte superior izquierda se puede ver el teatro de la Maestranza
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