El otoño, esa mágica y lírica estación, nos inunda los sentidos y nos desborda de belleza. La luz rivaliza con los colores, jugueteando entre los árboles, revelando asombrosas tonalidades. La tierra se convierte en teñidas y crujientes alfombras que nos invitan al paseo y a la contemplación de desnudos e implorantes árboles que, mirando al cielo, sueñan primaveras.
Festival de colores, bosque encantado, gnomos
y hadas brincan alrededor de sus nuevas casas resurgidas, las setas.
Los madroños presumen de rojo y las piedras de musgo. Olor a castañas, a
nueces y a olvido. Caen las hojas
de los árboles como las del almanaque de nuestra vida. El sentido
entierra pasiones, arranca olvidos, que el corazón vuelve a desenterrar.
El aire, ocre y limpio, impone nostalgias en la mirada y estertores en el alma, que se niega a morir, apasionada.
El otoño nos envuelve con sus colores, sus aromas y su magia, y nos hace soñar, por un corto espacio de tiempo, que somos capaces de reconciliarnos con la vida, y sentirnos agradecidos por poder ser, un año más, afortunados espectadores del mismo milagro.
Texto: Carmen Bermúdez
El otoño nos envuelve con sus colores, sus aromas y su magia, y nos hace soñar, por un corto espacio de tiempo, que somos capaces de reconciliarnos con la vida, y sentirnos agradecidos por poder ser, un año más, afortunados espectadores del mismo milagro.
Texto: Carmen Bermúdez
Precioso despertar del Otoño ! Me ha encantado , Manuel.
ResponderEliminarUn Saludo.
Gracias, Montblanc.
EliminarUn abrazo para ti.