Hablando
de nivel político: vaya con lo que se ha dejado caer Ada Colau, la candidata de
Comú (para que nos entendamos, de Podemos) a la alcaldía de
Barcelona.
Ella
que parecía tan seria, rigurosa, centrada, aceptable, con ese aspecto monjil que confundía a la otra, a la auténtica Lucía Caram, que en ocasiones llegaba a tener dudas de quién era la verdadera, y mire
usted por donde nos sale, por rumbita y a lo soso.
Yo
no sé como funciona la política por esos países del mundo, pero puedo asegurar
que no llegará a estos extremos tan chuscos. Cuando surge algún video "electoral" de este mal gusto, siempre me pregunto: ¿De verdad es necesario? ¿Este
tipo de “propaganda” da votos? ¿Con este arma "tan convicente" van a desalojar de sus asientos a los otros?
Si
no bastara con la imagen insufrible y lastimosa que da la -tan criticada por ellos-, vieja casta política, ahora
se une la de los nuevos, los autoproclamados “Quijotes” de la política, los inmaculados salvadores del pueblo, que se
están deteriorando antes de ser usados.
Jamás un producto mercadotécnico fue
tan perecedero.
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