Comienza una "precampaña" electoral que si los dioses del Olimpo no lo remedian, durará todo un año. Desde que comenzó se detecta un nerviosismo inusual y una intensa y feroz agresividad entre los contendientes, mayor entre las filas de los beneficiarios del bipartidismo, quizas porque ven peligrar los, hasta hoy, buenos asientos que ocupan -cuando se dignan a ir, claro- en los distintos Parlamentos del estado, Ayuntamientos, Diputaciones, Senado, y demás chiringuitos que costeamos los españolitos de a pie, y con ello perder las magníficas prebendas que con sus títulos adquieren.
2015 va a ser una mala fecha para muchos de ellos: este año va a ser el "hasta aquí hemos llegado" y final del coto ignominioso donde venían a cazar a sus anchas estos señoritos trincones del PP y PSOE.
El circo está montado, la música suena por todas partes, comienza la precampaña y las fieras añejas de la política preparan sus disfraces -¡y sus garras!- para la cacería electoral: Las urnas tienen la palabra.
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