Restos del foro de Pompeya
Como todas las importantes urbes romanas, Híspalis también contaba con un Foro donde poder tomar el pulso a la actualidad económica, política y social de la ciudad.
En él se realizaban transacciones financieras y comerciales; se oraba a los dioses; se visitaban los baños públicos; pero, sobre todo, se hacía uno “visible”, con el premeditado objetivo de “proyectarse” políticamente para intentar conseguir, primero, un puesto influyente en la ciudad que lo catapultara a la ansiada Roma, después.
El Foro de la Híspalis Republicana no debió de ser nada exigente, debido –como vimos en el primer trabajo publicado, “La Híspalis primitiva”- a las limitaciones geográficas que reducían a tan sólo nueve Hectáreas el terreno habitable, por lo tanto, el espacio disponible para este foro sería también pequeño, y estaría ubicado en el triángulo formado por las calles del Aire, Federico Rubio y Mármoles (espacio que hoy ocupan varias fincas urbanas), donde la cota del cabezo existente era más elevada, y donde se cruzaban el Cardo Máximo primitivo (Corral del Rey y Abades) y el Decumano Máximo (Pajaritos, Aire y Fabiola), justo donde los fenicios tenían levantado el templo al fundador mitológico de la ciudad, el dios Melkart, el Hércules romano.
Con el paso de los años, el aumento de población y la consecución de nuevas áreas habitables que hicieron posible la ampliación de la ciudad por el norte, el foro se situó en un nuevo emplazamiento que respondiera a las necesidades que la población demandaba.
Para ello se eligió un amplio solar situado al norte del primitivo foro, en la intersección del nuevo Cardo y Decumano, justo en la plaza de la Alfalfa.
Hoy nos parecerá un espacio reducido para acoger tan importante foro, pero si somos capaces de hacer una composición imaginaria, y conseguimos ver el rectángulo que forman la citada plaza, Cuesta del Rosario, plaza de la Pescadería, plaza del Pan y plaza del Salvador, vacío, sin los edificios que hoy se levantan dentro de él, reconoceríamos que las dimensiones son aceptables para ubicarlo allí .
Éste llegó a tener en su interior baños (en la Cuesta del Rosario se han descubierto restos del mismo), curia (con toda seguridad, estaría situada en la transición de la Alfalfa y plaza del Pan), y basílica, que tendría un uso civil al principio, y religioso más tarde.
Esta basílica romana se hallaba situada en el mismo solar que hoy ocupa la iglesia del Salvador, lugar en el que se descubrió, en el año 1671-cuando se derribó la antigua mezquita aljama de Isbilya para construir la citada iglesia-, restos de la cimentación de un edificio de la época de Teodosio el Grande, y más abajo, otro de la época de Tiberio.
Es probable que el foro contara además con algún que otro pequeño templo que levantaran determinadas familias poderosas y autoridades locales, para honrar a los dioses benefactores, pero los más destacados y grandiosos se construirían en la periferia de éste, siempre situándolos cerca de él, o en las vías importantes que llegaban hasta el mismo, o sea, el Cardo y el Decumano, que en esta época imperial que estamos tratando, también habrían tenido un desplazamiento en relación con los anteriores Republicanos, y que coincidiría con las actuales calles Alhóndiga, Cabeza del Rey Don Pedro, Corral del Rey y Abades para el Cardo Máximo, y calles Águila y Alcaicería, para el Decumano Máximo.
Sólo con un único testigo: las tres columnas de granito, levantadas sobre basa de mármol, que quedan en la calle Mármoles, y que podrían pertenecer al pórtico de un templo dedicado a Hércules –aprovechando el emplazamiento y la antigua edificación fenicia-, y que más tarde Adriano, o bien su sucesor, Antonino Pio, reedificaron para honrar a Julio César o a Augusto.
Otras tres de estas columnas fueron llevadas, en el año 1574, a la Alameda de Hércules, donde hoy se pueden contemplar dos de ellas; la tercera se rompió en el traslado.
Es todo lo que conocemos del Foro de Híspalis. No se han localizado restos de éste. La única mención que tenemos sobre él la realiza Julio César en su ya citada obra, “Bellum Civile”. En ella nos informa que se trataba de un foro rodeado de soportales –semejante al que poseía Pompeya-, y que en él se cobijó una de las legiones de Varrón, que desertó para pasarse al bando de César, por lo que deducimos que las dimensiones de este foro debieron de ser bastante amplias, sólo así se puede entender que bajo sus arcadas llegaran a refugiarse 6.000 soldados.
Poco más conocemos de este magnífico Foro del que nos habla César. El tiempo, aliado con las inundaciones que cada año padecía la ciudad, más las expoliaciones a la que se vio sometido por las civilizaciones venideras, han hecho que este soberbio recinto haya quedado oculto para el estudio.
Sólo se trabaja con hipótesis, extraídas de algunas referencias historiográficas, o el hallazgo arqueológico fortuito. Quiera la diosa Fortuna que algún día, la piqueta de algún constructor –como ha sucedido en varios lugares de la ciudad, el más reciente, en la plaza de la Encarnación, al excavar los cimientos de Las Setas-, nos depare noticias del espléndido Foro porticado de la Híspalis Imperial, así como del resto de la ciudad romana que duerme en las entrañas de la tierra.
Maqueta de la Colonia Iulia Hispalis en el siglo III d. de C. En el centro de la misma, prolongando el Acueducto por una imaginaria calle Águilas, se puede ver el Foro de la ciudad
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