La que habla es Lola Pons Rodríguez, catedrática en el Departamento de Lengua Española, Lingüística y Teoría de la Literatura de la Universidad de Sevilla (no me gusta recurrir a cualquier opinador), y nos aclara el tema del seseo y ceceo en la segunda lengua más utilizada del mundo (el andaluz).
El seseo y el ceceo fue una solución lingüística que los naturales de la antigua Al-Andalus aportaron para solucionar el problema fonético del castellano medieval, un habla falto de recursos, lento, confuso, mal sonante, que andaba anclado y no conseguía salir de su estructura primaria. Y como hasta ahora, el andaluz fue un elixir revitalizante para llevar a este idioma que mal llaman castellano (no se puede llamar así a un habla que tiene incorporado más de tres mil palabras árabes que eran usuales en Andalucía, así como otras tantas de otras partes del país), a ser el segundo idioma que más se utiliza en el mundo, no olviden que lo que se habla en latinoamérica tiene que ver más con el español de Andalucía que con el castellano.
Entonces, ¿por qué menosprecian nuestro acento cuando no cometemos ninguna falta que lo justifique? ¿No intervendrá en ello un factor socioeconómico y no lingüístico, o, tal vez, de ignorancia supina? Porque si algo hay en la vida lastimoso es tener que soportar a un inculto pedante.
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