La película es un “antojo” de la propia Frances McDormand al conocer la historia que describía Jessia Bruder en su libro, tanto que inmediatamente adquirió los derechos del mismo y contactó con Chloé Zhao para que la dirigiera.
Para resumir la película, esta nos introduce en el mundo de aquellos que espoleados por algún desegradable acontecimiento, decidieron abandonar el modelo de sociedad americano. La cinta se fundamenta en las consecuencias que produjo la crisis económica de 2008, unido a los problemas de salud en unos casos, familiares en otros, quizás la búsqueda –nunca tarde- de una vida espiritual que humanice el último tramo de sus vidas, o, como en el caso de la protagonista, la muerte del compañero y -el golpe definitivo-, el cierra de la empresa donde trabajaba .
La directora logra rodar un “Wéstern” moderno lleno de realidad, utilizando para ello actores no profesionales (menos Frances y David Strahairn) que potencian esa sensación de verdad que transmiten sus imágenes, y que cuando venimos darnos cuenta ya nos ha abducido y hemos pasado a formar parte del conjunto.
Lo mejor del año. Probablemente sea la
triunfadora de la próxima gala de los Óscar, la dirección de Chloé Zhao es
impecable (ya lo demostró en su anterior cinta, “The Rider”), y qué contar de
Frances McDormand que ya no se haya dicho: ¡sublime!, aportando a la película el
requerimiento exigible: la entrega total al personaje que representa. Merece la pena verla, son de las pelis que aquietan el alma, medicina necesaria para los tiempos que corren.
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