Hoy es día de vendimia en la “Viña El Bombero”, en el
serrano pueblo onubense de Corteconcepción.
Iba a decir que aquí daba comienzo el futuro mosto que íbamos a degustar
a partir del próximo 1 de noviembre, pero al instante he recapacitado y me he
dado cuenta de la incorrección de la propuesta, ya que, para ser exacto, el
resultado de lo que bebamos a partir de “Tosantos” es el conjunto del trabajo realizado
sobre la viña durante todo el año, porque hay quienes opinan –y yo me encuentro
entre ellos- que la calidad de un vino comienza desde la misma cepa.
Este año se ha retrasado un par
de semanas debido a las bajas temperaturas de finales de primavera y
comienzos de verano. La cosecha parece ser algo más elevada que los dos o tres años
anteriores, aunque no todo lo deseado. El grado de azúcar en las uvas es alto, con lo que esperamos que el resultado final sea el de un mosto bastante
aceptable, probablemente con un toque algo dulzón y “achampanado”, ya que el
proceso de fermentación de este año sólo será de treinta días.
El mecanismo ya se ha puesto en
marcha. Nosotros (me refiero a los participantes en la jornada ludico-laboral)
nos hemos reservado una parte de uno de los depósitos, confiados
en que en ese recipiente hemos introducido lo mejor de la cosecha. El tiempo es
el único maestro en este tema; el próximo 1 de noviembre lo comprobaremos.
Un mes después:
Aquí está el milagro de la fermentación de las uvas, treinta días después de la pisada, y como predecimos, la barrica reservada resultó tener en sus entrañas el mejor mosto. ¡Misterios de la Naturaleza!
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