Me avergüenza vivir en un país en el que todo el que puede
roba del dinero público, pero que además es aceptado, aplaudido,
recompensado en votos, y hasta deseado, por una gran mayoría de la población.
Hay veces que me dan náuseas pasear por las calles del país
donde nací, verdadero asco de tener la misma nacionalidad de los que me rodean,
asaltándome la constante pregunta de que “si Dios nos hizo a cada uno tan
diferente, por qué coño no nos colocó a cada cual en un planeta distinto”.
Mientras tanto, sigue la corrupción en las altas esferas de
la política y el ciudadano de a pie diciéndose quién fuera uno de ellos, y soñando
con el triunfo futbolero de su equipo... ¡Que ya está bien de tanto sufrir!
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