Como todos los años por estas fechas, los Coros de Campanilleros de la provincia de Sevilla (El Aljarafe, Pilas, Los Palacios, etc.) y de los barrios de la capital, toman el centro de la ciudad (calle Sierpes, Tetuán, plaza de la Encarnación, plaza Nueva, etc.), y, con sus villancicos tradicionales, llenan el aire fresco de diciembre, con el cálido sonido de sus instrumentos y sus acompasadas voces.
Van de un sitio a otro, dejando su mensaje navideño, en los corazones de todos los paseantes.
No les mueve ningún interés. Su recompensa consiste en ser oídos por los viandantes que se arremolinan a su alrededor. Su premio, el ramillete de aplausos que los improvisados espectadores, le proporcionan.
Los Campanilleros forman parte de nuestras tradiciones, entando profundamente arraigados a los recuerdos más entrañables de nuestra infancia, por ello, deberíamos mimarlos como un valioso tesoro de nuestra cultura. Es parte del legado que hemos heredados de nuestros antepasados, y es, también, un trozo vivo de nuestra historia, que nosotros, andaluces de ahora, tenemos la obligación de transmitir a nuestros descendientes.
Enhorabuena a estos enamorados de la música que endulzan, con sus villancicos, el ambiente navideño, y llenan los corazones endurecidos, de paz y esperanza.
Muchas gracias, también, por seguir manteniendo -en una época donde, lo tradicional, es desechado por viejo- una parte importante de la cultura popular de nuestro rico pueblo andaluz.
Gracias, nuevamente, a todos estos coros que, en estas señaladas fechas, llenan las calles y plazas de Andalucía con sus maravillosos cantos.
Sin los Campanilleros, estas fiestas serían más oscuras y frías.
Bonita tradición Manuel que no deberiamos perder, saludos.
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